Adam Frank y Woodruff Sullivan, astrofísicos estadounidenses, publican un estudio en la revista 'Anthropocene' en el que proponen las bases para la creación de un nuevo programa de investigación cuyo objetivo es dar respuesta a todas las cuestiones referidas al futuro de las civilizaciones en el Universo, informa el portal de ciencia y tecnología Phys.
El cambio climático, la acidificación de los océanos y la extinción de las especies hacen que el colapso de la civilización humana se perciba cada vez de una manera más cercana, afirman algunos científicos, en contraposición a otros que establecen que el desarrollo industrial debe continuar el curso actual sin ningún tipo de restricciones por razones económicas y políticas.
Esta investigación mantiene que la respuesta a la ambigüedad anteriormente citada puede alcanzarse de una forma científica gracias a los datos recogidos hasta la fecha y mediante la combinación de la ‘ciencia de la sostenibilidad’ (basada en los datos de la Tierra) con el campo de la astrobiología (orientada en el espacio).
“No sabemos cuánto puede llegar a 'durar' una civilización tecnológica como la nuestra”, afirma Adam Frank, autor principal de la Universidad de Rochester, quien se pregunta: "¿200, 500 o 50.000 años? La respuesta a esta cuestión es la fuente de todas nuestras preocupaciones respecto a la sostenibilidad de la sociedad. ¿Somos la primera y única civilización tecnológica en toda la historia del Universo? En caso negativo, ¿no deberíamos aprender algo acerca del pasado en cuanto a los éxitos y fracasos de estas otras especies?".
“La clave está en darse cuenta de que nuestra situación actual puede ser consecuencia, en algún sentido, de determinadas pautas evolutivas”, explican los autores, los cuales parten de la famosa ecuación de Drake, fórmula utilizada para calcular el número de civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia susceptibles de poseer emisiones de radio detectables, centrándose principalmente en su variable llamada 'duración de vida media en las Especies con Intensiva Energía Tecnológica' (SWEIT, por sus siglas en inglés).
Asimismo, inspirándose en la Teoría de los Sistemas Dinámicos, los autores trazan una estrategia para el modelado de las trayectorias de las diferentes ‘SWEIT’ a través de su evolución mostrando cómo las vías del desarrollo deben estar fuertemente vinculadas a las interacciones entre las especies y su planeta de origen. A medida que crece la población de la especie y se intensifica su recolección de energía, la composición del planeta y su atmósfera pueden comenzar a estar alteradas por largas escalas de tiempo.
"Si utilizan energía para producir trabajo, generan entropía, independientemente de que su aspecto sea similar a Star Trek o sean organismos unicelulares con megainteligencia colectiva. Y esa entropía seguramente tendrá efectos de retroalimentación en la habitabilidad de los planetas, tal y como estamos comenzando a observar en la Tierra".
De esta forma, concluyen que profundizando en el estudio de la extinción de las civilizaciones y utilizando herramientas teóricas para modelar la trayectoria de la humanidad (y de las civilizaciones exterrestres pero verosímiles) se podrán obtener conclusiones que ayudarán a tomar decisiones que conduzcan a un futuro sostenible.