Hace diez años se puso en funcionamiento la Estación Espacial Internacional (EEI), uno de los más importantes proyectos de investigación cósmica que permite a los humanos permanecer en órbita a más de 300 kilómetros de la Tierra.
El 26 de julio del año 2000 se realizó el acoplamiento del módulo ruso Zvezdá a la nave Zariá. Fue en ese momento en el que esos dos elementos rusos, junto con el norteamericano Unity, formaron lo que hoy conocemos como la Estación Espacial Internacional. Con el tiempo muchas funciones fueron traspasadas a otros módulos, pero el Zvezdá siempre permanecerá como el núcleo estructural y funcional del segmento ruso de la plataforma orbital.
El módulo de servicio Zvezdá, que en español significa 'estrella', constituye la principal contribución de Rusia a la creación de la EEI. Es el corazón de la estación que hoy en día consta de 36 módulos y elementos.
Aunque Zariá se lanzó al espacio en el año 1998, no sería hasta la llegada del Zvezdá en 2000 cuando se hizo posible vivir en dicha estación. Este módulo de servicio, que proporciona algunos de los sistemas vitales, permitió la estancia de tres cosmonautas a la vez.
Mijaíl Shútikov, diseñador de naves espaciales, cuenta que en aquel entonces “en la Estación Espacial Internacional apareció un módulo que, por primera vez, posibilitaba el vuelo tripulado. Y ya en noviembre de 2000 mandaron a la EEI a los primeros cosmonautas: Krikaliov, Sheppard y Gudzenko.”
Serguéi Krikaliov, uno de los miembros de la primera tripulación de la EEI, es un cosmonauta veterano de seis expediciones orbitales en las que pasó más de dos años y medio. Krikialiov habla con nostalgia de su vida en la estación y confiesa que necesitaría el mismo tiempo para contar toda su experiencia en estos largos viajes, pero a la vez recuerda la responsabilidad que tenía la misión de hacerla habitable. “Nuestra misión era poner en marcha la estación, hacerla funcionar. El principio fue muy crítico, había sistemas que teníamos que hacer funcionar por primera vez y si no lo hubiéramos logrado, habríamos tenido que volver a la Tierra”, señala.
En el proyecto de la EEI participan 16 países y se planea que dure por lo menos hasta el año 2020. El subdirector del Centro de Control de Vuelos de Rusia, Yuri Skurski, confiesa que: “las dificultades (en la EEI) surgen diariamente tanto en el lado ruso, como en la parte estadounidense. Por eso es tan interesante trabajar allí, la interacción entre los países es algo que en el espacio ocurre constantemente, la colaboración allí es excepcional.”
El deseo de explorar el espacio existe desde que existe la humanidad. Hoy en día hay sólo un lugar a más de 300 kilómetros de la Tierra, en el que siempre hay presencia humana. Y es a la EEI, complejo al que viajó por primera vez un turista espacial. Y aunque ahora son pocos los que se lo pueden permitir, gracias a programas como este las estrellas se podrían llegar a convertir en un destino habitual.