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Curando la pereza

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Un grupo interdisciplinario de investigadores universitarios de California habría comprobado que la afición a los ejercicios físicos estaría en los genes, así como la pereza, su antípoda, y la teleadicción. Pasaría de una generación a otra, al igual que la predisposión a las enfermedades.
Curando la pereza

Un grupo interdisciplinario de investigadores universitarios de California habría comprobado que la afición a los ejercicios físicos estaría en los genes, así como la pereza, su antípoda, y la teleadicción. Pasaría de una generación a otra, al igual que la predisposión a las enfermedades.

El profesor de biología de Riverside que lidera el colectivo, Theodore Garland, basó su hallazgo en el monitoreo de la conducta de 30 generaciones de ratones de laboratorio, al que se dedicó durante las dos últimas décadas de su vida. Luego de practicar y anotar por mucho tiempo estos ensayos comparativos, datos experimentales y estadísticos, Garland consideró su investigación en animales muy relevante para la salud humana.

Frente los lectores del periódico londinense 'Daily Telegraph', el científico explicó que la conducta de los mamíferos de cuatro patas ante la opción de hacer o no ejercicio físico se establece, en principio, por factores individuales, al igual que en los seres humanos. Sin embargo, aquella idoneidad personal no es otra cosa que la activación de unos genes residentes en el código cromosomático.

Inicialmente, los investigadores experimentaron con una rueda de ejercicio ubicada en cada una de las  jaulas. Dividieron la población de ratones al azar en ocho líneas separadas: cuatro de ratones criados para marchas aceleradas en la rueda, y cuatro restantes utilizados para control. Midieron cuánta distancia corrían voluntariamente los ratones por día.

Gracias a la continuidad de la observación, el colectivo de Garland fue capaz no solo de predecir, sino también de manejar la conducta de las sucesivas generaciones. Los ratones que solían disfrutar correr en la rueda tenían descendientes que asimismo mostraban su inclinación hacia los ejercicios.

El libro preparado por el profesor Garland y coautores 'Evolución experimental: conceptos, métodos y aplicación', recientemente impreso en inglés en Berkley, se caracteriza por un enfoque más amplio. En la gente, presume el psicólogo y zoólogo, los niveles de actividad e inactividad (de un teleadicto o del atleta más activo) no varían por las costumbres. Así, propone tratar desvíos como la pereza, como desvíos genéticos.

“De hoy en adelante las personas con niveles de actividad bajos podrían ser tratadas médicamente con fármacos que apunten a los genes específicos que promueven la actividad”, señaló el profesor Garland. “En el futuro, las intervenciones farmacológicas podrían hacer más agradable para la gente dedicarse al ejercicio”. En particular, aseguró el científico, las medicinas podrían hacer menos cómodo para la gente quedarse quieta durante largos períodos de tiempo.

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