Especialistas de la Universidad de Pennsylvania, en EE. UU., han buscado nuevas aproximaciones al uso de las tecnologías verdes en la edificación. Un equipo conjunto de ingenieros civiles, arquitectos, diseñadores industriales y biólogos celulares empezó a explorar las células de la piel humana como modelos para la 'cobertura' de los edificios 'inteligentes' de nueva generación. Las respectivas investigaciones se financiarán con una beca de 2 millones de dólares concedida por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés).
Los especialistas acentúan que la piel humana como tal es muy sensible, flexible y, lo más importante, más que responsiva a los factores externos: se adapta muy rápidamente a las condiciones cambiantes. Protege a los seres humanos de enfermedades, pérdida de agua y de radiación, regula la temperatura interna del cuerpo y se está renovando continuamente a sí misma.
Así que el propósito de los científicos es desarrollar métodos innovadores de diseño sostenible y, en este caso particular, una cobertura de nueva generación para los edificios que sea igual de adaptable, es decir, capaz de responder automáticamente a los factores medioambientales, como el calor, la humedad y la luz, ahorrando energía.
Un grupo de científicos se dedicará a medir y visualizar, empleando algoritmos de arquitectura y computación, los procesos mediante los que las células modifican sus ambientes. Otro grupo tendrá que transformar las conclusiones obtenidas en materiales pasivos y diseñar sensores 'bio-inspirados', convertidores de imágenes, utensillos diagnósticos de alto rendimiento y mecanismos de control para integrarlos posteriormente en la 'piel' responsiva de los edificios a escala arquitectónica.
El objetivo de los estudios no sólo son las células de la piel humana, sino de todo tipo. En primer lugar, los científicos se centran en las características de resistencia, capacidad de recuperación y elasticidad. Las células humanas necesitan una energía mínima para modificar la geometría del ambiente a su alrededor, combinando reacciones químicas y esfuerzos físicos, y si los científicos logran desentrañar cómo pasa eso exactamente, podrán 'traducirlo' en un diseño biomimético.
En un comunicado official, Shu Yang, profesor de Ciencia de Materiales e Ingenería, explica: "Analizando algunas de las funciones del cuerpo, por ejemplo, cómo se contraen y se relajan las células del músculo liso vascular de la arteria pulmonar de un humano, podemos tratar de transferir este diseño ecológico de escala pequeña al diseño de escala macro de las 'pieles adaptables' de los edificios".
Los especialistas de la Universidad de Pennsylvania tienen cuatro años a su disposición para ver si logran poner en práctica sus ideas innovadoras.