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Greenpeace: Tenemos varias 'minas de acción retardada'

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El 19 de octubre la planta de aluminio Ajkai Timfoldgyar, que a principios de este mes causó una de las mayores catástrofes ecológicas en la historia de Europa, volvió a la producción a gran escala. Los 1,1 millones de metros cúbicos de ´barro rojo´ que habían vertido de su balsa de residuos cubrie
Greenpeace: Tenemos varias 'minas de acción retardada'

El 19 de octubre la planta de aluminio Ajkai Timfoldgyar, que a principios de este mes causó una de las mayores catástrofes ecológicas en la historia de Europa, volvió a la producción a gran escala. Los 1,1 millones de metros cúbicos de ´barro rojo´ que habían vertido de su balsa de residuos cubrieron un área de 40 kilómetros cuadrados y despoblaron varias aldeas vecinas. Las sustancias tóxicas penetraron en el Danubio y llegaron ya hasta Croacia. Los expertos comentan que la región tardará unos 100 años en recuperarse de las consecuencias del desastre.

Bajo la decisión del Gobierno húngaro, que nacionalizó la fábrica tras el accidente, este 15 de octubre los procesos tecnológicos de producción volvieron a ponerse en marcha, a pesar de los riesgos vinculados con los nuevos volúmenes de residuos. Las autoridades acentúan que los ingresos de las actividades industriales de la fábrica servirán para pagar las compensaciones a las víctimas del desastre.

Mientras tanto, los militantes de la sección europea de Greenpeace llamaron al Gobierno del país a que no permita que los habitantes de la zona vuelvan a sus casas. Las pruebas que realizaron en la región revelaron que el polvo que había quedado del 'barro rojo' contiene altas concentraciones de arsénico y mercurio. Al secarse el lodo, estas sustancias tóxicas, que pueden causar cáncer y todo tipo de enfermedades del sistema nervioso central, quedaron en el aire y amenazan las fuentes de agua potable.

Entretanto, la sección rusa de la organización hizo pública la información de que su país está al borde de una catástrofe ecológica semejante a la de Hungría. El jefe de Greenpeace Rusia, Iván Blókov, aclaró los detalles a nuestra página web:

Iván Blókov: hoy en día Rusia cuenta con unas 26.000 instalaciones hidrotécnicas. Un 70% de ellas están en un estado muy negativo, aunque todavía no 'de accidente'. El problema se agrava debido a que un 10% de las obras hidráulicas que muestran todos los signos de estar 'caducadas' son bienes mostrencos.

En cuanto a las balsas de 'barro rojo', tenemos varias 'minas de acción retardada': de un total de 1.000 balsas, 16 se muestran en un estado extremadamente negativo. Y éstos son los datos oficiales, no nuestros. La cifra real puede ser mucho más alta.

Hace unos días fuimos a una de las ‘minas’ rusas más famosas, la balsa de Dzerzhinsk (ciudad situada a lo largo del río Oká, a unos 400 kilómetros al este de Moscú, con una población de unos 260.000 habitantes), llamada 'El mar blanco'. Cuenta con unos 7 millones de toneladas de residuos tóxicos: los de producción de armas químicas entre ellos.

A primera vista, se nota que, en caso de un invierno con abundantes nieves, las precipitaciones de la próxima primavera podrían desembocar allí en una catástrofe a gran escala. La situación de Dzerzhinsk es más que preocupante, ya que una fuga allí presupone el fin de la flora y la fauna tanto del río Oká, como de una considerable parte del río Volga.

Las consecuencias ecológicas durarían decenas de años. Habrá problemas no sólo con el medioambiente, sino también con la salud de los habitantes de las zonas afectadas. Todo eso es muy serio. El lodo tóxico será capaz matar a todos los peces de la región y penetrar en el agua potable.

RT: ¿Pero en caso de tener lugar un accidente de ese tipo, cómo se compensarán los daños?

IB: Uno de los problemas más graves vinculados con el tema es que la parte 'ecológica' de la legislación en Rusia tiene bastantes brechas. Así que, a lo mejor, a la empresa que causó los daños le impondrán unas multas mínimas y abrirán unos casos penales contra algunas personas -por ejemplo, contra un jefe del servicio de seguridad de trabajo o alguién más. Pero la cuestión del castigo no es nuestra, nos preocupan otras cosas.

"Debe ser probada la relación causal entre el comportamiento y el resultado".

Nos preocupan los daños al medioambiente y a la población, y las posibilidades de liquidar estos daños. Pero aquí, incluso en caso de una sentencia adecuada por parte del tribunal, lo máximo que se podrá hacer, según estipula la legislación rusa, es obligar a la empresa a que compense los detrimentos causados en la naturaleza: es decir, que ponga en orden los territorios damnificados. Y eso sólo en caso de que se lograra probar que los menoscabos han sido inmediatos y no vehementes o probabilísticos. Una compensación por el daño moral es imposible de demandar ni siquiera en teoría.

Si hablamos de los detrimentos materiales, es bastante difícil estimarlos adecuadamente en conformidad con nuestra legislación. Es que la ley rusa estipula que un daño debe ser compensado sólo en los casos en que sea probada con toda evidencia la relación causal entre el comportamiento y el resultado. Pero en realidad los vínculos entre una fuga de lodo tóxico y los menoscabos provocados jamás son unívocos, siempre son probabilísticos: si a causa de un accidente industrial mueren los peces en un río, siempre será posible argumentar que unos peces en particular pudieron haber fallecido por otras razones.

Así que siempre es muy difícil probar si los orígenes de una enfermedad están en el agua que has bebido, en el pez que has comido o en el aire que has respirado. La única excepción aquí son algunas enfermedades causadas por la radiación.

Con lo cual, una empresa casi jamás compensará los daños que provoque el vertido de sus residuos tóxicos. En la teoría, sí, pagará multas, pero en la práctica estas sumas, aunque sean cobradas, hoy en día no contribuirán a liquidar las consecuencias.

"La multa por verter una tonelada del cianuro de potasio en un río es de unos 200 dólares".

El volumen de las multas había sido determinado en los 90, y para aquella época las sumas eran bastante 'serias'. Pero desde entonces no han sido modificadas. Más precisamente, les añadieron un índice de inflación, pero uno oficial que no refleja la situación real. Además -y aquí el sistema tampoco funciona como debería-, los coeficientes de inflación se calculan para los productos del consumo y no para las industrias.

No conozco las últimas cifras, pero, por ejemplo, en términos de multas, hace un par de años arrojar en un río una tonelada del cianuro de potasio (KCN) costaba entre 165 y 200 dólares estadounidenses. Hoy en día esa cifra aumentó en un 20%. El KCN se desintegra bastante rápidamente, pero, según estos precios, una 'porción' de ese veneno mortal para un humano costaría unos centavos.

Marina Mash, RT

Leer la segunda parte "Greenpeace: la mayor catástrofe ecológica de Rusia está en las cabezas"

 

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