A menudo los extranjeros destacan que los rusos -sobre todo los que viven en las grandes megalópolis- casi nunca sonríen. Lo que resalta a simple vista, según los huéspedes del país, y lo que los propios ciudadanos no suelen notar, tiene su explicación.
‘La culpa’ la podrían tener las tradiciones nacionales del país, según el profesor de la Universidad de la ciudad de Vorónezh (en la parte sur-occidental de Rusia) I.A.Sternin, que mientras realizaba una importante investigación al respecto halló los rasgos distintivos de la ‘sonrisa rusa’.
Primeramente, la sonrisa en la sociedad rusa no es una señal de cortesía, como suele pasar en las actitudes comunicativas entre los estadounidenses, los ingleses, los finlandeses y los alemanes. Muchos escritores rusos por ejemplo repetidamente destacaban que la típica sonrisa hollywoodiense de los americanos, a los rusos les parece falsa y muy poco natural. Algunos suelen comentar así al respecto: “los americanos sonríen como si tuvieran una bombilla en la boca” o “la cara de un estadounidense es, en su gran mayoría, sus dientes”.
Otros rasgo, según el estudio, es que los rusos no sonríen a los desconocidos, sino tan sólo a sus amigos, colegas o compañeros. De aquí la explicación de por qué los vendedores nunca sonríen en las tiendas: porque no conocen a los compradores personalmente, porque si los conocieran... La sonrisa es la máxima expresión de la simpatía hacia alguien para los rusos que no están dispuestos a ‘desperdiciarla en vano’.
“No sé por qué, cuando sonrío a los aduaneros rusos mientras que miran mi pasaporte nunca me sonríen a mí”, dijo una vez un ciudadano estadounidense, ignorante de las tradiciones rusas, según las cuales no es nada típico devolver la sonrisa.
Según el catedrático, los rusos no suelen sonreír a los niños y los animales domésticos (que, obviamente, podría ser una afirmación disputable). Resulta también, según la investigación, que los rusos al encontrarse con la mirada con otra persona, siempre intentan desviarla y no devolver la sonrisa como lo hacen muchos americanos.
Los rusos no sonríen cuando trabajan o están ocupados con algo serio. Es el caso de los aduaneros, los vendedores y los camareros. Muchos niños tampoco sonríen cuando estudian. Una de las observaciones más típicas de los profesores del país: “¿Y esta sonrisa a que viene? Parad y empezad a escribir”.
El personal de servicio no suele sonreír nunca. Desde los tiempos antiguos los clérigos, servidores y camareros “solían ser gentiles, educados, pero muy poco sonrientes” por lo que ahora les resulta tan difícil acostumbrarse al nuevo requisito del ‘profesionalismo’ obligatorio que tanto exigen en la actualidad sus jefes.
Otra observación interesante es que ciudadanos de Rusia no notan gran diferencia entre la sonrisa y la risa, y a menudo las confunden, por lo que se suele decir bastante a las personas sonrientes: “No entiendo de qué te ríes, ¿he dicho algo gracioso?”.
Para los rusos siempre tiene que haber una razón para sonreír: o un buen estado de ánimo, o una conversación interesante con alguien ‘de agrado’.
“¿Sonreír por qué? No pagan lo suficiente, por todos lados hay problemas, y vosotros decís que hay que ‘sonreír’”, se puede oír de los ‘pesimistas’ nacionales. De ese modo se puede deducir que la sonrisa rusa no es una parte esencial de la comunicación sino un reflejo de las circunstancias vitales, del estado de ánimo y de la prosperidad.
Una razón, evidente para los otros, es lo que da a una persona el derecho a sonreír. Uno de las dichos rusos más famosos que se aprende ya desde colegio “la risa sin razón es una señal de bobería”.
Así que si por alguna casualidad llega al país más grande del mundo y no le sonríen sus habitantes, no se sorprenda ni se ofenda, considérelo como una exótica tradición local.