Cada otoño millones de las mariposas monarca (danaus plexippus) se mudan del occidente de Estados Unidos y Canadá para reproducirse y luego retornar siguiendo un ritual antiquísimo, pasando el inverno en México. Este trayecto supera los 4.000 kilómetros.
La especie es un patrimonio universal y es una responsabilidad de los mexicanos su conservación. De hecho, los bosques de oyameles (abies religiosos) de los estados de Michoacán de Ocampo y México, donde prefieren quedarse los preciosos insectos, se declaran como los bosques nacionales y territorios reservados en el periodo entre octubre y marzo. En ellos se encuentran las condiciones ideales para desarrollarse y aparearse: entre otros aspectos la altitud (2.300-3.500 metros sobre el nivel del mar), la temperatura, la humedad y exposición a los rayos solares.
Para diciembre en la zona se unen hasta 100.000.000 ejemplares. Hay tantas mariposas que en el aire se puede oír el susurro de sus múltiples frágiles alas. Todos los árboles están cubiertos de esta especie. A veces el peso de este racimo vivo es tan grande que las ramas se rompen al no poder aguantar el volumen.
Es curioso, pero hasta el momento de que las 'flores voladoras' van a cambiar su localización hacia al norte de nuevo, puede ser que durante este periodo de tiempo se reproduzcan hasta 5 generaciones más de la especie. Y lo que es aún más sorprendente para los científicos es que estas sucesoras encuentran el camino de regreso y no se equivoquen.
El sustantivo de mariposa es el nombre vulgar con el que se conoce a los lepidópteros, palabra que proviene de las raíces griegas, lepis que significa escama y pteron que es ala.
En México hay aproximadamente 2.000 especies de mariposas diurnas y 35.000 nocturnas, la mayor parte de las cuales (más de 65%) habitan en zonas tropicales.