En Kazajistán tratan de resucitar al cuarto lago más grande del mundo

Los actos del ser humano traen consigo no solamente cambios en la vida del hombre propiamente, sino también en la naturaleza. Los habitantes de la ciudad de Aralsk, en el sureste de Kazajistán, lo han vivido en primera persona. El Mar de Aral que bañaba sus costas se convirtió en un verdadero des

Los actos del ser humano traen consigo no solamente cambios en la vida del hombre propiamente, sino también en la naturaleza. Los habitantes de la ciudad de Aralsk, en el sureste de Kazajistán, lo han vivido en primera persona.

El Mar de Aral que bañaba sus costas se convirtió en un verdadero desierto, después de que sus afluentes -los ríos Amu Daria y Sir Daria- fueron desviados para irrigar los campos de algodón, lo que fue iniciado por la dirección soviética con la intención de terminar con la dependencia de las importaciones de este material.

Sin embargo, el proyecto causó que el superficie del Aral -el cual llegó a ser considerado el cuarto lago más grande del mundo hasta 1960- disminuyó casi dos veces después de 40 años.

La cantidad de agua se redujo cinco veces, su nivel bajó en 18 metros y se volvió más salino. Durante los años 90 aparecieron los desiertos salados, que aumentaron hasta ocupar miles de kilómetros cuadrados en el territorio del fondo del mar, lo que causó el cambio climático en la región. Y por último, el Puerto de Aralsk, que anteriormente era muy concurrido, dejó de funcionar.
 
Las autoridades se dieron cuenta de la gravedad del problema cuando ya no quedaba casi nada de líquido. Esas fueron también las últimas gotas que colmaron la paciencia de la población, desatando la alarma. Se hicieron algunos intentos para resucitar el mar. Con este objetivo se construyó allí la presa Kokaral que contribuyó a recuperar el nivel del agua en el Mar de Aral Norte.

"Teníamos a más de 200 personas aquí, venían de Rusia, Kazajistán y Uzbekistán. El trabajo fue muy duro y muchos de nosotros vivimos en la obra por 2 ó 3 años. Pero ahora decimos con felicidad que ya podemos hacer las maletas. El embalse funciona perfectamente", dijo Alexánder Siomin, director ejecutivo de una empresa que desarrollaba el proyecto.

La obra hidráulica hizo renacer las esperanzas de que algún día el Mar de Aral volverá a ser parte del paisaje local y dio a la gente la oportunidad de tomar baños tras disfrutar del sol en sus playas. Sin embargo, este primer soplo de vida llevará un tiempo y muchos esfuerzos para corregir los errores del pasado.