El terremoto y el tsunami consecutivo de este 11 de marzo en la región de Miyagi, en Japón, provocaron una gran repercusión en los blogs y en las redes sociales, comparable con un tsunami virtual. En las primeras horas después de la tragedia los administradores de Twitter reportaron un récord de mensajes, que superó los 1.200 por minuto.
Otros de los sitios más usados para compartir la información sobre las víctimas, las fuentes del peligro para los vecinos y en general sobre lo que sucede en las calles de las ciudades japonesas han sido Facebook y Mixi. El servicio de búsqueda de Google habilitó una página especial para contactar a familiares en Japón o pedir consulta a otros usuarios para localizarlos. La página, diseñada tal y como ya sucedió tras los terremotos en Haití y en el norte de Chile en el año pasado, permite buscar a las personas desaparecidas en una base de datos que esta siendo creada por los propios internautas a medida que aparecen nuevos datos oficiales acerca de la ubicación de los afectados.
La redacción de The Wall Street Journal fue una de las primeras en crear en su sitio web un blog sincronizado con las muestras en vivo de las devastadoras secuelas de los temblores y el avance de las olas, que llevan escombros de las construcciones por las zonas costeras de las islas japonesas: JapanRealtime. Las imágenes de video grabadas por los helicópteros de la cadena australiana SkyNews van acompañados por comentarios de los lectores.
“Mientras que la gente afectada por el terremoto está buscando a sus amigos y familiares, la compañía japonesa de telefonía móvil ofrece una aplicación para facilitar los mensajes de emergencia para los celulares”, manifestó Benjamin Lefebvre, a las 5:32 hora local, uno de los blogueros de JapanRealtime, residentes en Tokio.
"Tras horas de turbulencia, tanto en tierra firme como en el mar, incluso una hora de calma se aprecia," agrega unos 20 minutos más tarde al sincronizar sus sensaciones personales con lo que evidenciaban mediante Twitter otros testigos, después de 15 minutos de no registrarse más réplicas.
“En los almacenes se registran colas similares a las soviéticas para comprar salchichas; las estanterías se han quedado vacías”, escribió uno de los blogueros rusos ubicados en el lugar de los acontecimientos. Según sus datos, desapareció la electricidad en unas 200.000 casas en Tokio y sus afueras; en muchos sitios fueron desgarrados los conductos. Al tiempo que la cobertura móvil funcionó con intermitencia, mientras la telefonía fija, informa, se presta sin pago alguno. En un salón habilitado por una de las compañías locales de telecomunicaciones se puede usar el teléfono gratis y llamar a cualquier lugar.
Unos juicios, incluso proporcionados de importantes detalles, parecen superficiales o exageradamente optimistas. Así, el autor de una página personal, Hiko Saemon, asegura ya a la madrugada del día siguiente: “Tokio como tal está bien. Algunos diseños de yeso caídos, etcétera, pero ningún daño serio, además del fuego en Odaiba, y las noticias dicen que se derrumbó el tejado de un viejo edificio en Kudanshita y también que una docena y tanto de personas han perecido. De todos modos, para una sacudida tan grande como esta, que no hubiera pasado nada más, realmente es una prueba del alto grado de preparación y estándares de construcción en Japón”.
“Durante mis 12 años en Japón —explica el mismo bloguero, residente capitalino—, he experimentado unos 4 seísmos y aquello es suficiente para pasar a ser alarmante, aunque ninguno causara daños serios. Creo que el temblor más fuerte en todo mi tiempo aquí fue el de Niigata hace aproximadamente 6 o 7 años [históricamente hablando, hubo dos de magnitud similar: en 2004 y 2007] que fueron de unos 6 puntos y poco más. Jamás he oído hasta de uno de 7 -en la escala de Richter-”.
En su correo electrónico, desde la capital japonesa, el seleccionador nacional de fútbol sala de Japón, el español Miguel Rodrigo, aseguró que “no hubo destrozos salvo un par de incendios de depósitos de gas” observados por él desde su casa situada en un edificio de 41 pisos. Cuando sucedió el terremoto, Rodrigo se encontraba en un pabellón olímpico de Yoyogi: “Era como una lata de refrescos 'espachurrándose' (aplastándose), parecía rajarse y fueron momentos muy difíciles pues aunque no cayó nada, se hicieron grietas en las paredes y la gente corría, se comprendía rápido que era algo grave”.
Son realmente de importancia, en estas horas decisivas para la prevención de los más graves efectos de los tsunamis, incluso para los centros de control de situaciones emergencia, los mensajes y publicaciones de los blogueros de distintos lugares en las costas del Océano Pacífico. La gente comparte los datos sobre la altura de las olas, fijando la hora exacta de la llegada de cada onda insólita.