A las 14:46 (hora local) de este viernes, Japón sufrió el terremoto más violento en la historia de ese país, de 8,9 grados en la escala de Richter, el epicentro se situó a 24 kilómetros de profundidad a unos 130 kilómetros de la costa de la Prefectura de Miyagi.
Casi media hora después, a las 15:15 (hora local) un segundo terremoto, de 7,4 grados, azotó a esa nación, se registró al sur del primero, con epicentro a unos 300 kilómetros de Tokio.
Poco tiempo después, como consecuencia de estos movimientos telúricos, se produjo un devastador tsunami con olas de hasta 10 metros de altura, que sacudió la costa noreste de la isla más grande de este país, Honshu.
Enseguida, como consecuencia de estos fenómenos, se produjo un incendio en la central nuclear de Onagava (Miyagi).
Paralelamente en varias regiones del país se detuvo la circulación de trenes de alta velocidad, en Tokio se interrumpió el funcionamiento del transporte público, el suministro eléctrico y el principal aeropuerto de la capital canceló sus actividades, mientras que cinco centrales eléctricas en los alrededores de la capital suspendieron sus trabajos.
A las 16:10 (hora local) las autoridades japonesas anunciaron que iban a soltar vapor radioactivo sobre otra central nuclear, la de Fukushima, para disminuir la presión acumulada en uno de sus reactores y así evitar una fuga radioactiva.
Al poco tiempo, otra explosión se produjo en una planta química ubicada en las cercanías de la ciudad de Sendai.
Paralelamente, en la localidad de Kesennuma se produjo un enorme incendio, que los bomberos aún no han podido controlar.
Al caer la noche, las autoridades policiales dieron por desaparecido un barco con 100 personas a bordo, y también un tren, con una cifra desconocida de pasajeros.
Durante todo el día se han registrado 30 réplicas, con intensidades comprendidas entre 4,6 y 7,1 grados.
Hasta el momento la cifra de muertos supera los 270, más de 700 heridos y unos 600 desaparecidos.