Los acontecimientos en la planta atómica en Japón hacen recordar a mucha gente otras catástrofes nucleares. Entre ellas la explosión del reactor de Chernóbyl en 1986.
Un error humano en abril del 1986 resultó en una de las peores catástrofes en la historia de la energía atómica. La explosión del reactor nuclear de Chernóbyl todavía se considera como uno de los accidentes medioambientales más graves en el mundo.
Borís Gorbachov, un “liquidador” (rescatista) de Chernóbyl, cuenta: “Ellos ignoraban la física del reactor, sabían solo qué botones había que apretar, pero no sabían cómo funcionaba el reactor. El personal puso al reactor en un estado de descontrol”.
Si el Gobierno soviético no tenía duda alguna de quiénes eran los responsables de aquella catástrofe radiactiva, los principales científicos del país no sabían cómo manejarla en los primeros días tras la explosión.
Valeri Legásov, jefe del Comité de Investigación de la catástrofe de Chernóbyl, comenta: “Normalmente una tubería nuclear es un edificio con una chimenea que nunca emite nada. Y aquí por primera vez observé una estación con fuego que se levantaba sobre ella e incendiaba el cielo”.
Un cuarto de siglo después parece que la historia se repite, pese a los sistemas de seguridad de primer nivel que la planta soviética jamás tuvo. Las autoridades japonesas aseguran tener la situación bajo control, aún así, la central nuclear de Fukushima-1 ha experimentado ya 4 explosiones.
Philip White, experto del Centro Civil de Información Nuclear en Tokio, explica: “Un reactor está inestable, podría explotar de nuevo y una gran cantidad de material radiactivo se arrojaría al aire y llegaría a otros países de Asia y el este de Rusia. En todo caso, se registraría un nivel verdaderamente elevado de contaminación radiactiva en solo un área limitada al igual que pasó en Chernóbyl. Pero a grandes distancias pueden alcanzarse niveles bajos de contaminación”.
Según fuentes oficiales, los niveles de radiación alcanzaron índices lo suficientemente altos como para afectar a la salud humana. El mundo alarmado sigue atentamente esta situación de emergencia en Japón, uno de los países tecnológicamente más avanzados del mundo. Shaun Burnie, un experto independiente escocés, visitó la planta en reiteradas ocasiones y encontró sus sistemas muy sofisticados por fuera, pero no tanto por dentro.
Burnie dice: “la tecnología se remonta a décadas atrás. Sin embargo, la sociedad, el Gobierno y los reguladores confían en el hecho de que ésta puede operarse sin riesgos. Pero cuando uno opera algo tan peligroso por naturaleza, cada día laboral no se puede pensar en el riesgo. O sea, los trabajadores se convencen de haber llegado a dominar la tecnología y, desgraciadamente, con la energía nuclear no hay una segunda oportunidad”.
La tragedia de Chernóbyl, enterrada en un enorme sarcófago de concreto, dejó para las generaciones venideras no sólo recuerdos dolorosos, sino también lecciones valiosas sobre lo que se debe y no se debe hacer con un reactor nuclear averiado. Ahora Japón se prepara para enterrar a sus miles de muertos y el mundo derrama lágrimas esperando una segunda oportunidad.