Las autoridades de Japón impusieron una zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor del complejo de la planta nuclear de Fukushima-1 para proteger a la población de los efectos nocivos de la radiación ya que el impacto en el ser humano es irreversible.
Unas 200.000 personas fueron evacuadas del área en peligro. Sin embargo, los expertos sostienen que el impacto de las emisiones radiactivas no se limitará a esa zona.
"Si el viento es fuerte y sopla hacia Occidente, serán [afectadas] las dos Coreas y China; en caso de una dirección sudoeste, las naciones afectadas serán Tailandia, Malasia, Myanmar. O Indonesia y las Filipinas si el viento se dirige al Sur. Es muy probable que el Oriente Lejano de Rusia y las Islas Kuriles estén en peligro”, indicó Valeri Petrosián, experto de la ONU en seguridad química.
Tras la catástrofe en la instalación soviética de Chernóbyl en 1986, la lluvia radioactiva cubrió una distancia de 2.000 kilómetros en cuestión de días. Alcanzó la costa norte de Suecia y, tras un tiempo, llegó a contaminar también a Gran Bretaña e Irlanda.
En el peor de los escenarios, hoy en día apenas quedaría un país en toda la región del Asia-Pacífico que no se viera afectado por la radiación. Esto crearía una situación de tal gravedad que colocaría al accidente de la central de Fukushima en la lista negra de las catástrofes nucleares mundiales.
Sin embargo, por ahora los especialistas se abstienen de realizar pronósticos rotundos, advirtiendo que lo más importante para garantizar la seguridad de los ciudadanos es mantenerlos bien informados.
En los últimos días el mundo está pendiente no solo de las noticias de última hora, sino también del pronóstico meteorológico, y no por el mero deseo de hablar del tiempo. Lluvias ácidas se esperan en Japón, Singapur, Malasia y Filipinas.
“Los isótopos suben a la atmósfera formando nubes radioactivas y del viento depende cuán lejos pueden llegar antes de que caigan las lluvias tóxicas. Pero tarde o temprano esto sucederá”, señaló Nikolái Tarakánov, veterano del desastre de Chernóbyl.
Quemaduras en la piel y, a largo plazo la posibilidad de tener cáncer, es lo que amenaza a las personas expuestas a las lluvias tóxicas.
“Ya han dicho que están liberando la radiactividad al exterior, con lo cual vamos a tener un aumento significativo en los casos de cáncer, depende de para qué lado vaya el viento. Y, probablemente, con esto del enfriamiento con agua marina, quizá haya materiales radiactivos que vayan a para al mar. En un país, cuya dieta está basada en el pescado, esto es extremadamente grave”, dijo Elio Brailovski, ecologista.
La contaminación de las aguas dulces y saladas en las zonas vecinas a la planta nuclear de Fukushima-1 podría cambiar el modo de vida de las miles de familias japonesas que permanecen en alerta ante las fugas radioactivas y las réplicas de uno de los terremotos más crueles jamás registrados.