El volumen de la expulsión del radioactivo cesio-137 de los reactores de la central atómica de Fukushima durante los cuatro últimos días, ascendió al menos hasta el 20% del nivel que caracterizó al accidente de Chernóbyl (Ucrania) en 1986. Los expertos de la Dirección meteorológica de Austria no excluyen la probabilidad de que los volúmenes reales, a lo largo de todo el tiempo transcurrido desde el devastador terremoto del 11 de marzo, hayan alcanzado un 50% de los índices del suceso más trágico de la historia de la exploración pacífica de la energía nuclear.
El cesio-137 que cuenta con un período de semidesintegración de cerca de 30 años es uno de los elementos más peligrosos, entre los productos de la fisión incontrolada de uranio: ejerce un gran daño a las personas a nivel celular. La respiración de estas partículas dispersas puede traer como consecuencia náuseas, vómitos y hemorragias; en caso de una larga exposición, las víctimas pueden incluso perder el conocimiento, entrar en coma o incluso morir. El síndrome de irradiación aguda no se desarrolla progresivamente, como en el caso de ingestión de uranio, sino tiene un efecto inmediato: ese fue el caso de los liquidadores en Chernóbyl.
Tres empleados de la central japonesa ya padecen sobredosis de rayos X, dos de ellos han sido ingresados en un hospital, según informó el Ministerio de la Economía, Comercio e Industria de Japón. Absorbieron una dosis de radiación de alrededor de 0,17 a 0,18 sieverts, lo que no comprende un nivel crítico, aunque las dosis máximas anteriormente reglamentadas por el Ministerio de Salud nacional eran de 0,1 sievert y solo el 16 de marzo fueron subidas hasta un 0,25.
Sin embargo, los mencionados expertos austriacos se manifiestan seguros de que no sucederá ningún estallido semejante al que sacudió las llanuras ucranianas hace 25 años, y la contaminación ambiental no alcanzará aquellos niveles desastrosos.
Otra señal alarmante de que los especialistas de la energía atómica están perdiendo el control sobre las secuelas del terremoto en la central de Fukushima, es la subida de la temperatura interna del bloque energético del primer reactor hasta los 400 grados centígrados, registrada este jueves, mientras que la temperatura normal es de 302 grados. Los expertos, en este caso japoneses, admiten que tal tendencia al crecimiento podía ser el efecto de la fusión completa del combustible nuclear, el denominado "meltdown", que más tarde llevaría a que toda la sustancia radioactiva atraviese el depósito, quemando los macizos del bloque, y salga al ambiente.
Al mismo tiempo la agencia nacional de información, Kyodo, reporta la reanudación del suministro de energía eléctrica al primer reactor de la central. Las obras de reparación se llevan a cabo en todos los bloques problemáticos. En el número 4, que estaba en mantenimiento en el momento del terremoto del pasado día 11, lo que preocupó a los científicos era su piscina de almacenamiento, ya que en ella había una cantidad inusualmente alta del combustible. Pero las medidas adoptadas facilitaron que la temperatura, creciente en los primeros días de la avería, bajara hasta los 22 grados.
La recuperación gradual no se ha visto afectada por la nueva réplica del seísmo: este jueves hubo otro movimiento a las 17:21 hora local. El epicentro se ubicó cerca de la prefectura Iwate, la segunda más afectada por el tsunami del pasado 11 de marzo.