Tokyo Electric Power (TEPCO), la operadora de la dañada central nuclear japonesa tras el terremoto y tsunami del 11 de marzo, ha emprendido el vertido de 10.000 toneladas de agua de baja radiactividad en el Océano Pacífico.
Según los representantes de la compañía, este paso era necesario para dejar espacio en los depósitos que sirven para almacenar el agua con una radiactividad aún más elevada, ya que ésta inunda los edificios de turbinas de los reactores, dificultando las labores de los trabajadores para enfriar estas unidades.
Según los expertos, aunque el agua marina vertida supera 100 veces el límite legal de radiación, no representa una amenaza para la salud humana. "Hemos ordenado una estricta supervisión del océano para tener un estrecho control del impacto en el entorno", indicó el jefe del Gabinete nipón, Yukio Edano.
Aunque los ingenieros japoneses luchan día y noche para devolver la refrigeración a los reactores de Fukushima y recuperar el control de los reactores dañados, se enfrentan a constantes problemas.
El Gobierno del país admitió que la detención de las filtraciones podría llevar meses, instando, a la vez, a la empresa operadora a que actúe con la mayor rapidez posible para detener la expansión de la radiación.
Como medida para reducir la fuga radiactiva, este lunes Japón pidió a Rusia el envío de un equipo especial de tratamiento de radiación usado en submarinos atómicos 'Landysh', capaz de procesar rápidamente grandes cantidades de residuos radiactivos líquidos.
Mientras tanto, debido a las consecuencias del accidente en Fukushima, los organismos reguladores de la seguridad en las centrales nucleares se han puesto de acuerdo en que el desastre atómico debería servir de lección con el fin evitar catástrofes semejantes.
"Nos gustaría analizar todas las causas y verificar las medidas específicas tomadas y usar esa información para aumentar las medidas de seguridad", reconoció Koichiro Nakamura, subdirector de la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón (NISA), en la celebración de la quinta reunión de revisión de la Convención de Seguridad Nuclear (CSN) que tuvo lugar este lunes en Viena.