Según algunas teorías, el consumo de determinados colorantes alimenticios artificiales presentes en postres, refrescos o bollería industrial puede afectar al comportamiento de niños y causar hiperactividad y déficit de atención. Esta hipótesis atrajo la atención de la comunidad científica y de algunas autoridades sanitarias.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (la FDA por sus siglas en inglés) después de defender durante los últimos años la inocuidad de los colorantes artificiales revisó los estudios existentes sobre los efectos en el comportamiento de los niños de estos aditivos y llegó a la conclusión de que en caso de los niños con trastornos de conducta, el consumo de los colorantes podría agudizar su problema. El informe fue realizado por los expertos de la FDA a finales de marzo.
La Unión Europea también se ha ocupado de este asunto. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) aprobó el año pasado un programa para evaluar nuevamente los aditivos alimenticios y se dio prioridad a los colorantes.
Entre las medidas que se plantean está la posibilidad de que las golosinas, bebidas, cereales infantiles y demás productos que usan estas sustancias en su elaboración incluyan en el envase mensajes que adviertan de la posibilidad de que su consumo pueda empeorar el comportamiento de niños hiperactivos.
Sectores de la sanidad cuestionan estos vínculos y defienden las fuertes raíces genéticas del trastorno de la hiperactividad y del déficit de atención. “No existe ninguna evidencia científica sobre la relación entre el consumo de estos productos y la hiperactividad”, sostiene Fernando Muelas, jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital La Fe de Valencia. Este especialista destaca que se han descubierto “cinco genes cuyas alteraciones están ligadas a este trastorno, que tiene un origen genético en un 80% de los casos y en el 20% restante tiene que ver con comportamientos de riesgo en el embarazo, como el consumo de alcohol y tabaco”.
No obstante, la autoridad alimentaria europea ya examinó en 2007 los umbrales de seguridad del consumo diario del amarillo de quinoleína (E104), amarillo anaranjado (E110), rojo cochinilla 4R (E124), tartrazina (E102), azorrubina (E122) y rojo allura AC (E129). Los resultados del estudio publicados en la revista médica británica The Lancet muestran que el consumo de estas seis sustancias o sus combinaciones frecuentes en productos de confitería, postres, panadería o refrescos podría haber sido la causa del aumento de la hiperactividad en los niños estudiados, incluyendo a los niños sin problemas de conducta diagnosticados previamente.
Ambas agencias, europea y estadounidense, continuarán con su examen de los aditivos. Entre tanto en los EE. UU. algunos almacenes como Whole Foods Market y Trader Joe’s ya se niegan a vender productos que contengan colorantes artificiales.