Los escombros arrastrados al océano por el tsunami japonés se dirigen hacia EE. UU.
El devastador tsunami provocado por el terremoto más fuerte experimentado en Japón, arrastró al océano escombros de edificios, automóviles deformados, pequeñas casitas e incluso extremidades humanas. Los expertos pronostican que esta “basura” irá llegando a la costa oeste de EE. UU. durante los próximos tres años, comunica el diario The Daily Mail.
El Ministerio de Defensa estadounidense ha publicado fotos de una enorme cantidad de escombros y hasta casas enteras flotando en el Pacífico que, según la fuente, pueden afectar a la navegación comercial e incluso a algunos ejercicios militares planeados en la zona.
La primera parte de los desechos llegará a la costa norteamericana aproximadamente un año después del desastre natural y serán restos de barcos, que se mueven con facilidad por el agua, explica el oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer. A lo largo de los tres años posteriores, las corrientes del océano harán que otro tipo de basura cruce el Pacífico: objetos de uso cotidiano, trozos de madera, etc.
Al científico le preocupa que una gran parte de la basura sea de plástico y otros materiales que no se descomponen en el agua, por lo que puede causar daños a los animales marinos, como las tortugas que nacen en las costas japonesas y migran a California. Además, la basura de Japón se suma a los desechos que ya contaminan los océanos.
Afortunadamente, si alguna parte de los escombros es radiactiva, los especialistas creen que para el momento en el que alcance la tierra, su nivel de contaminación ya será mínimo.
A pesar de todas estas noticias preocupantes, el mundo conoció al menos dos historias milagrosas relacionadas con los escombros arrastrados al océano por el tsunami. Dos días después de la catástrofe, los socorristas salvaron a un anciano de 60 años, Hiromitsa Shinkawa, que hacía señales con una tela roja desde el trozo de un tejado. Otro caso es el de una perra que sobrevivió tres semanas en el mar y gracias a los socorristas pudo reunirse con su dueña.