El negocio de la pesca de salmón, amenaza para el ecosistema marino
La pesca industrial de salmón en la península de Kamchatka tiene muy inquietos a los activistas que ven en ella un serio peligro para la supervivencia de esa especie, y cuya explotación se ha convertido en un gran negocio en el extremo oriente ruso.
Kilómetros de redes de deriva invaden el mar de la zona tras la reciente apertura de la temporada de esta técnica pesquera reglamentada que los defensores de la naturaleza califican como la más dañina para el ecosistema marino.
Al barrer a una profundidad de 10 metros, las redes capturan todo lo que se cruza en su camino. Eso significa una muerte segura para todos los seres vivos desafortunados que caen en ellas, desde tiburones y osos marinos hasta aves. Sin embargo, la Agencia Federal de Pesca de Rusia —que regula las cuotas—, asegura que esto no es para tanto.
Alexánder Savéliev, jefe del centro de atención al público de la Agencia Federal de Pesca de Rusia, comenta: “Para que sea correcto, científicamente hablando, la pesca debería acompañarse por todo tipo de equipos repulsores. Gracias a las tecnologías modernas existentes, el daño en este caso sería casi nulo. Es decir, dentro de los márgenes de la mortalidad natural admisible.”
En las aguas del Pacífico se dedican a este tipo de pesca 16 barcos rusos y más de 50 japoneses con licencia. El influjo anual al presupuesto ruso en forma de impuestos de los pescadores nipones asciende a 20 millones de dólares. Bajo la vigilancia aduanera de sus vecinos ellos cumplen rigurosamente las normas. La redada indebida se separa, se registra, y queda constancia al menos para las cámaras.
Anatoli Dekshtein, coordinador del programa marino del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), explica que los peces arrojados por la borda y no registrados dejan un espacio vacío en la bodega del barco que se llena con salmón rojo pescado en las sesiones siguientes. “Para mí, esto ya es pesca furtiva”, agrega.
En los mercados japonés y coreano un kilo del más apreciado salmón rojo llega a adquirir un valor de hasta 12 dólares. Por eso, a los pescadores les sale más a cuenta tirar por la borda a las especies más baratas, tales como el salmón chum, también conocido como keta o plateado.
Boris Nevzórov, presidente de la asamblea legislativa de la Región de Kamchatka, indica que los pescadores se quedan solo con las especies valiosas de salmones, lo cual constituye entre el 15–20% de la redada. El resto se arroja por la borda. “Son miles de millones de dólares tirados por la ventana”.
Tanto las autoridades de Kamchatka como ecologistas han presentado solicitudes al Gobierno y al Comité estatal de pesca exigiendo la prohibición de la pesca marina con redes de deriva.
Por el momento estos esfuerzos son en vano. Los interesados en dejar atrás a los competidores del mercado internacional se sienten como pez en el agua. Y la situación alrededor de esta modalidad pesquera, prohibida por una selecta minoría de países, sigue siendo un asunto muy enredado.