Como resultado de un proyecto para salvaguardar del crecimiento de la mancha urbana al patrimonio arqueológico que yace en el subsuelo de las poblaciones urbanas aledañas a Mérida, Yucatán, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) identificaron siete nuevos yacimientos prehispánicos mayas. Ubicados mayormente al oriente de esa ciudad, en la localidad de Sitpach, los asentamientos y los entierros humanos que los rodean ocupan un área que abarca aproximadamente unas 1.000 hectáreas.
De los siete núcleos de interés arqueológico, recién registrados, destaca Oxmul, donde se descubrió una gran concentración de sepulcros humanos de época prehispánica, con alrededor de 75 individuos. Todos ellos habían sido enterrados acompañados con distintas piezas de cerámica, en particular unas vasijas policromas que nunca antes se habían localizado en esta región.
Se ha calculado ya que los vestigios datan del período Preclásico Terminal (400 a.C. – 200 d.C.). Eso ha permitido al coordinador de las excavaciones, el arqueólogo Luis Raúl Pantoja, declarar que los hallazgos modificarán la cronología que se tenía para la antigua cultura maya, puesto que se están identificando poblaciones más tempranas, bien organizadas y con una estratificación social elaborada.
La detección de estos nuevos sitios, dijo, ha permitido corroborar la hipótesis de que la región norte de Yucatán estuvo poblada desde el 400 a.C. y no a partir del periodo Clásico (200 – 600 d.C.) como se creía originalmente. “Son áreas del municipio de Mérida que se creía no habían estado pobladas por grupos prehispánicos tan remotos, en tanto que se trata de terrenos que no eran productivos”.
La mayoría de los asentamientos detectados, admitió el arqueólogo, se ubica en áreas destinadas al desarrollo urbanístico. Por eso no siempre será posible dejar los vestigios arquitectónicos, consolidando previamente los edificios, a la vista pública, como lo fue el caso de la zona arqueológica de Cholula, que se convirtió en una exposición al aire libre en el Estado de Puebla. Sin embargo, como el INAH se preocupa por el estudio y protección de los sitios arqueológicos que aún sobreviven, Pantoja preferiría seguir este camino “siempre que las circunstancias lo permitan”.
Otra opción para proteger los vestigios prehispánicos, afirmó el investigador, es la delimitación de espacios que se dejan como reserva arqueológica. “En este caso —dijo— la arquitectura se vuelve a enterrar luego de su estudio, y se prohíbe construir sobre la superficie, que se destina como área verde para que los vestigios no se afecten, a fin de que en un futuro puedan ser investigados”.