La última odisea del transbordador Shuttle deja sola a Rusia ante el reto espacial

Cientos de miles de entusiastas de la aventura espacial han ido llegando durante los últimos días al Estado de Florida para ver con sus propios ojos el último lanzamiento de la historia de un transbordador espacial. Con este vuelo la NASA da carpetazo al programa Space Shuttle después de 135 vuel

Cientos de miles de entusiastas de la aventura espacial han ido llegando durante los últimos días al Estado de Florida para ver con sus propios ojos el último lanzamiento de la historia de un transbordador espacial. Con este vuelo la NASA da carpetazo al programa Space Shuttle después de 135 vuelos a lo largo de treinta años.

El histórico despegue del Shuttle se ve amenazado por tormentas eléctricas, lluvias y fuerte viento. La NASA cree que hay un 70% de posibilidades de que las condiciones climáticas impidan el despegue. Sin embargo, los preparativos para el lanzamiento de Atlantis siguen adelante, según el plan, y los técnicos ya empezaron a abastecer la nave de combustible.

Según el horario previsto, el transbordador Atlántis debe despegar a las 11.26 (hora local), aunque si el lanzamiento no resultara posible debido a las malas condiciones climáticas, su vuelo podría ser postergado de 48 a 72 horas. No obstante, incluso si se logra lanzar el transbordador el 8 de julio, para las 750.000 personas que se han dado cita en Cabo Cañaveral, el espectáculo no resultará vistoso, debido a la densa y baja nubosidad, que apenas permitirá observar la nave durante unos pocos segundos después de su despegue.

La misión número 135 del transbordador pone fin a tres décadas durante las cuales los Shuttles se convirtieron en un símbolo de la exploración espacial estadounidense. Los transbordadores ayudaron a construir la Estación Espacial Internacional (EEI), y la última tarea de Atlantis consistirá en llevar a la plataforma orbital la carga útil más grande de la historia.

Esta vez la nave estará tripulada sólo por cuatro astronautas en vez de los siete habituales, ya que si fuera necesario organizar una misión de rescate, Estados Unidos no dispone de otro transbordador. Si la tripulación actual tuviera problemas para volver a casa desde la estación, tardaría meses en ser transportada a la Tierra a bordo de las naves rusas Soyuz.

Los ambiciosos planes para reconquistar la Luna y volar Marte, anunciados hace tan sólo siete años por George Bush, han sido aparcados. Y en cuanto al trabajo en la EEI, ahora la NASA tendrá que pagar a sus antiguos competidores en la carrera espacial por poner en órbita a sus astronautas, al menos hasta que sea construida una nueva nave, testada y preparada para protagonizar vuelos espaciales, algo que no está prevsito hasta por lo menos dentro de cuatro años.

La NASA ha adquirido hasta el momento 46 plazas en naves Soyuz hasta 2016, pero planea comprar aún más, ante la eventualidad de que los planes no se cumplan y las compañías privadas no logren tener listos los nuevos vehículos espaciales para este año. En abril la agencia espacial estadounidense asignó 269,3 millones de dólares a cinco compañías para el desarrollo de los nuevos sistemas de transporte de los astronautas a la EEI.

Según los expertos, la que más perspectivas tiene es la empresa Space Exploration Technologies, que planea iniciar los ensayos de la nave experimental Dragon y el cohete Falcon en abril del próximo año, pese a que la puesta a punto de los vehículos se ve obstaculizada por problemas técnicos. Representantes de la agencia espacial rusa Roscosmos han advertido que no permitirán al Dragon volar cerca de la estación o acoplarse a ella hasta que no sea garantizada la seguridad de la nave.

En 1970 los diseñadores de la NASA se comprometieron a hacer unos transbordadores baratos, seguros y sencillos, pero realmente nunca lo fueron. El lanzamiento de un shuttle cuesta 1.500 millones de dólares, unas 100 veces más de lo esperado, y de hecho no pudieron volar con la frecuencia prometida, informa The Wall Street Journal. Los expertos estadounidenses afirman que aunque EE. UU. logró crear un intrincado vehículo cósmico, esta fue una estrategia errónea, sobre todo si se compara al transbordador con los sistemas de la Union Soviética y de Rusia, menos complejos pero más fiables. 

Los accidentes de los transbordadores Challenger (1986) y Columbia (2003) costaron la vida a 14 astronautas de la NASA.