La sonda espacial Dawn, lanzada desde la Tierra en septiembre del 2007, comenzó su puesta en la órbita de un asteroide del cinturón principal tras recorrer unos 188 millones de kilómetros. El proceso tomará varias semanas durante las que la NASA recibirá una serie de imágenes, de una resolución sin precedentes, de los incontables cráteres de este cuerpo celeste.
Vesta —así se llama el planeta menor que servirá de final de trayecto para la sonda— es uno de los cuatro mayores objetos de toda la multitud de asteroides de esta zona del Sistema Solar que contienen más de la mitad de la masa sumaria del cinturón. Y también es el más brillante entre sus homólogos, lo que influyó en la decisión adoptada en su día por los científicos.
Al entrar en la zona gravitacional de Vesta, el aparato se empuja con sus propulsores de iones en régimen automático. Su antena en la actual fase de vuelo está orientada en el sentido contrario a la Tierra, por lo que no hay enlace. Pero a partir del próximo domingo, cuando la sonda gire por primera vez alrededor de Vesta, la comunicación se restablecerá, aseguran los ingenieros. Entonces el aparato enviará sus primeras imágenes tomadas, con el planeta menor en primer plano.
Cuando Vesta definitivamente capture al satélite Dawn en su órbita, la humanidad podrá comprobar si los asteroides son en realidad una “ventana a los orígenes del Sistema Solar”, como los llamaban los astrónomos desde hace décadas. Los dos cuerpos espaciales se ubicarán a unos 16.000 kilómetros de distancia uno del otro, según estiman los ingenieros de la NASA.