Científicos británicos han descubierto que los ancestros del hombre moderno que vivieron hace 3,7 millones de años ya caminaban como nosotros. Hasta hace poco se creía que la manera de andar de los seres humanos surgió ‘solo’ hace 1,9 millones de años.
En su estudio, publicado en la revista Journal of the Royal Society Interface, los investigadores analizaron 11 huellas antiguas descubiertas en Tanzania, cerca de la ciudad de Laetoli, en los años 70 del siglo pasado. Se supone que estas huellas pertenecen a los australopitecos (Australopithecus afarensis).
El grupo de investigadores dirigido por Robin Crompton, profesor de la Escuela de Ciencias Biomedicinales de la Universidad de Liverpool, Reino Unido, creó modelos tridimensionales de las huellas utilizando los métodos de la tomografía axial computarizada.
Anteriormente se creía que lo que distingue el pie humano del pie de los grandes simios es que los hombres utilizan la parte frontal del pie para impulsarse, mientras que los animales lo hacen con la parte media de la planta. Los modelos ayudaron a revelar que el Australopithecus afarensis caminaba con la espalda erecta, ya tenían presente el arco medial, propio de los humanos, y se solían propulsar con los pulgares del pie.
Sin embargo, por otra parte aquellos ancestros del hombre moderno se diferenciaban mucho de nosotros: tenían piernas cortas pero cuerpos alargados. Los investigadores suponen que para los australopitecos, que todavía pasaban parte de su tiempo en los árboles, la manera bípeda de desplazarse resultó más rápida que la cuadrúpeda. Otra ventaja de la postura erecta podría haber sido una mayor efectividad en la recogida de las frutas de los árboles.
Asimismo los ancestros, al ponerse de pie, probablemente obtuvieron un mayor campo visual y se hicieron con una mejor manera de demostrar su capacidad de agresión. Todos estos factores podrían haber contribuido a que los australopitecos eligieran la posición erecta, decidiendo de tal modo su evolución.