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El precio de una larga vida

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Un estudio demuestra que nuestros parientes más próximos en la escala evolutiva no padecen la reducción del cerebro al envejecer que nos afecta a los humanos.

Un estudio demuestra que nuestros parientes más próximos en la escala evolutiva no padecen la reducción del cerebro al envejecer que nos afecta a los humanos.

Es un hecho comprobado que a medida que un ser humano se está haciendo viejo, su cerebro va aligerándose. Por termino medio cuando una persona cumpla 80 años, su cerebro habrá perdido un 15% de su peso. Es extraño que nuestros parientes más cercanos, los primates superiores, no parecieran experimentar tal reducción cerebral con la edad.

Para aclarar esto los científicos de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. llevaron a cabo un experimento. Compararon las imágenes de tomografía de resonancia magnética de 80 personas sanas entre los 22 y los 88 años de edad con las imágenes de igual número de chimpancés criados en cautividad. Los resultados demostraron que el cerebro del chimpancé no se reduce con el envejecimiento.

Según los científicos, tal diferencia se debe a los entre cinco y ocho millones de años que separan los procesos evolutivos de primates y humanos. Al revisar los resultados, los miembros del grupo investigador suponen que la reducción del cerebro humano es como un 'precio a pagar' a cambio de nuestra larga esperanza de vida que, a su vez, es una adaptación para un cerebro más grande (el cerebro de un humano es tres veces mayor que el de un chimpancé). Este 'precio' equilibra el hecho de que seamos capaces de desarrollar actividad nerviosa superior y vivamos más que los primates, pudiendo ayudar a nuestros niños y educar a nuestros nietos y, con algo de fortuna, a los biznietos.

Ahora se sabe que el envejecimiento del cerebro y la pérdida de su peso se debe a que se destruyen los enlaces complejos entre las células cerebrales, las neuronas, y empeora su estructura. Con esta destrucción disminuye también la capacidad del cerebro de transmitir impulsos nerviosos y tratar los pensamientos.

El estudio norteamericano también ha demostrado que los humanos están más expuestos a las enfermedades vinculadas a la edad que los primates. Según dicen los científicos, la diferencia descubierta entre los procesos del envejecimiento cerebral podría ayudar a los investigadores a explicar por qué los humanos son más vulnerables a esas enfermedades que nuestros parientes animales más cercanos.

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