Especialistas rusos inventaron una sustancia contra el mal del hígado que se considera incurable. Cuando salga al mercado, el preparado podría salvar anualmente la vida de 40 millones de personas.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, la cirrosis hepática ya ocupa el 4.º puesto en el índice de enfermedades mortales. La enfermedad es bien conocida en los países con un consumo tradicionalmente alto de alcohol. Pero en todo el mundo la propagación de la drogadicción, el empeoramiento de las condiciones de vida y el aumento del uso de fármacos fomentan la incidencia de la enfermedad. No todos los casos de la cirrosis termina con la muerte del enfermo, pero el paciente nunca puede quedar absolutamente recuperado ya que la cirrosis es irreversible.
La cirrosis hepática es un proceso irreversible que hace que las células normales del tejido del hígado se conviertan en células del tejido conjuntivo, que normalmente integra la piel y los tendones. Las células del hígado empiezan a producir fibras de colágeno. Como resultado, el hígado pierde su función de limpiar la sangre con lo que todo el organismo se va intoxicando cada vez más.
Con los avances de la medicina, que ya entiende mejor el funcionamiento de los genes y sabe utilizar las células madre, muchos científicos han empezado a insistir en que lo más fácil no es curar el hígado dañado, sino cultivar uno nuevo a base del órgano 'gastado'. Investigadores estadounidenses y luego japoneses trabajaron en métodos para bloquear la producción de colágeno en el hígado, pero sus tratamientos producían demasiados efectos secundarios. A su vez, científicos británicos lograron cultivar partes del órgano en una probeta para 'remendar' con ellas las zonas dañadas del hígado, pero la aplicación de este método no se prevé posible a corto plazo.
A la luz de estos intentos, el invento de los expertos rusos no tiene igual. Los científicos del Instituto de Farmacología de la Academia de Ciencias Médicas de Rusia han tardado 10 años en desarrollar un preparado cuya acción se basa en la función de las células estaminales. Estas células, que se encuentran tanto en el hígado como en la médula ósea, pueden 'convertirse' en células de otros tejidos, incluidas células hepáticas. Pero con las enfermedades graves sus recursos se agotan.
Los investigadores lograron estimular efectivamente las células estaminales existentes en el hígado y en la médula ósea con el nuevo preparado para que se desarrollaran dentro del órgano dañado formando tejido sano.
Los experimentos se han llevado con éxito en animales de laboratorio pero los científicos rusos están seguros de que ya dentro de 5 o 6 años el nuevo fármaco podría salir al mercado.