El motor del progreso en las comunidades primitivas era la guerra, que propiciaba el ascenso de las sociedades vencedoras en detrimento de los pueblos derrotados.
Arqueólogos de la Universidad de California (EE.UU.) investigaron ruinas de numerosas antiguas sociedades que existían en la cuenca del lago Titicaca, en el sur del Perú, hace más de 2 milenios, centrando su atención en dos estados prominentes en la región, Taraco (a lo largo del Rio Ramis), y Pukara (en el altiplano). Las excavaciones pusieron al descubiertos rastros de un fuego devastador que, según la investigación, fue resultado de una violenta guerra que Pukara desencadenó contra Taraco para convertirse en la fuerza dominante tras causar miles de bajas.
La evidencia de que estalló un gran conflicto en la región también aparece reflejada en esculturas de piedra, piezas textiles y cerámica antes de que Taraco fuera arrasado. "Esta evidencia incluye representaciones de cabezas trofeo, y de gente vestida con pieles de felino cortando cabezas, entre otras evidencias" explicó Stanish. Según especulan ambos arqueólogos, las antiguas sociedades no luchaban de manera inherente por tener acceso a recursos, como afirman muchos científicos, sino por quitarse de encima a la competencia.
Ya en 2003 Kent Flannery y Joyce Marcus, de la Universidad de Michigan (EE. UU.), llegaron a la misma conclusión. Según su estudio, en el estado de Oaxaca, en el sur de México, una tribu sometió a sus competidores y fundó el estado de los zapotecos como resultado de una guerra ocurrida hace 2500 años.