Un equipo de médicos rusos logra salvar la vida a un niño que sufrió quemaduras en el 85% de su cuerpo. El pequeño de dos años fue ingresado en el Instituto de Traumatología tras caerle un balde de agua hirviente. Para curarle, los doctores tuvieron que implantarle pedazos de piel de los lugares sanos del torso. Pero, el área afectada era tan grande que fue necesario recurrir a tejidos donados. Después de más de un mes de tratamiento el niño se prepara para salir del hospital.
Sin embargo, el trasplante de órganos de donantes menores de edad en Rusia se considera ilegal. Para eludir los vacíos en la legislación, los médicos usan otros métodos que puedan garantizar la recuperación de sus pacientes.
Con 2 años de edad, Vera Smólnikova volvió a nacer. El gobierno ruso, a través de Ministerio de Salud y Desarrollo Social, asignó casi 900.000 dólares, para que ella viajara a Italia, donde recibió el nuevo corazón que le fue donado por otra menor de edad recién fallecida. Y es que un vacío en la legislación rusa hace que cualquier transplante de órganos a menores de edad sea considerado ilegal, excepto si se trata de órganos de sus familiares.
Ante la falta de una legislación clara y una cultura social de donación de órganos, los médicos rusos han tenido que implementar otras estrategias para garantizar la salud de sus pacientes. Uno de estos procedimientos es el uso de tejidos de órganos vitales de los familiares de los pacientes que van a ser intervenidos.
Este método tiene un porcentaje de éxito del 95%, es utilizado ampliamente en diferentes países del mundo, lo que lo convierte en una luz de esperanza para ellos. Tal es el caso de Lilia, de tan solo 3 meses de edad, originaria de la región de Krasnodar, sur de Rusia, quien recibió parte del hígado de su padre, pues padecía de una cirrosis que amenazaba con terminar su vida. La intervención fue un éxito y tanto padre como hija se encuentran en perfectas condiciones.
Si bien el procedimientos es efectivo, se limita sólo a ciertos órganos. Serguéi Gotié, jefe del Centro de Coordinación y Donación de Órganos de Moscú, comenta: “Trasplantamos riñones tanto de un fallecido como de un donante vivo. Al pasar de los años podemos trasplantarle al niño un órgano adulto. Pero el corazón es el campo más difícil de nuestra práctica porque no se puede retirar este órgano ni los pulmones de un donante vivo.”
Ante este panorama, los especialistas médicos insisten en la implementación de 3 puntos que ayudarían a incrementar el número de pacientes que podrían tener acceso a una intervención para salvarles la vida. Según explica Serguéi Gotié, “la tarea constaría de 3 partes: la primera es perfeccionar la ley y añadir una “presunción de consentimiento” para los niños, guardando la de los adultos que hoy en día existe. La segunda, escribir los derechos de los padres o tutores para permitir el retiro de órganos y la más importante, preparar a la opinión pública para que la gente no obstaculice la sustracción de órganos por compadecer al muerto”.
En el 2007 fue presentado un proyecto para modificar la ley, en el que se establecía la posibilidad de los médicos de usar como donantes a niños con “muerte cerebral”, previo consentimiento de sus padres. Pero la propuesta resulto ser bastante controvertida y todavía no es aprobada. Sin embargo, algunos están seguros de esta es la última esperanza para muchos pacientes infantiles.