Siguiendo la prosperidad que están alcanzando los viajes de turistas al espacio, miles de personas en el mundo han realizado una insólita inversión: comprar parcelas de terreno en la Luna. Sólo en Argentina, más de 2.000 personas han pagado por un lote en el satélite.
Uno de ellos es el abogado Alejandro Garzón Maceda, quien sabe que es poco probable que algún día pueda tener imágenes suyas recorriendo su supuesta propiedad en la Luna. Sin embargo, se animó a hacer esta adquisición a través de la firma estadounidense Embajada Lunar, propiedad del empresario Dennis Hope, quien en 1980 registró a su nombre el satélite, basándose en un vacío legal del Tratado de Espacio Exterior establecido por Naciones Unidas en 1967.
“Uno siempre quiere decir: “Te regalo la Luna”, por una cuestión de romanticismo, pero yo quise decir: “Te regalo un lote” (del astro), como quien quiere hacer realidad un sueño”, comenta Alejandro. El acuerdo de la ONU señala que ningún país puede reclamar propiedad alguna sobre un planeta o estrella. Sin embargo, no hacía referencia sobre particulares, por lo que Hope solicitó en un juzgado que se le adjudicará la Luna como propiedad.
Embajada Lunar ha crecido mucho en los últimos años con su “subasta espacial”, hasta ha empezado a vender terrenos en Marte y Mercurio, y ya tiene representaciones en varios países del mundo. Argentina es la segunda nación latinoamericana en número de personas que realizaron esta insólita inversión, después de Brasil, que tiene casi el doble. En tercer lugar está Chile con 1.000 compradores.
La empresa asegura que la venta tiene una base legal incuestionable, y que los compradores reciben un certificado que los convierte en propietarios de un trozo de suelo lunar. Sin embargo, varios especialistas restan credibilidad al fabuloso negocio, debido a que los organismos internacionales “no le dan ningún tipo de seriedad a estas cosas”.