Llegó la hora X y el asteroide gigantesco 2005 YU55, de 400 metros de ancho y casi 300 metros de longitud, pasó sin detenerse a una distancia récord de nuestro planeta. El asteroide se acercó a una distancia de unos 325.000 kilómetros de la Tierra, es decir, que estuvo más cerca que la Luna.
Pese a su proximidad, los expertos aseguran que su trayectoria fue prevista con exactitud y que era imposible que se desviara. No en vano, la NASA excluyó a este cuerpo celeste de su lista de objetos espaciales con peligro potencial.
Lo particular de este objeto espacial es su composición, que refleja muy poca luz, aún menos que el carbón. Por esta razón el asteriode pasó desapercibido para los astrónomos hasta 2005, aunque se trata de un huésped habitual en las áreas cercanas a Marte, Venus y nuestro planeta.
Los científicos aseguran que los acercamientos de cuerpos celestes a la Tierra son relativamente habituales. De hecho, este mismo asteroide estuvo a la misma distancia de nuestro planeta en 1976. La próxima vez que pase cerca de la Tierra será ya en 2015, pero a un distancia mucho mayor.
Pese al calculo exacto de su trayectoria, hubo agoreros que airearon las nefastas consecuencias que conllevaría la presunta colisión del asteroide contra la Tierra. En el Observatorio de Arecibo (Puerto Rico) creían que esta causaría un desastre equivalente al de 65.000 bombas atómicas. Los internautas también llenaron las redes sociales con ideas sobre el posible fin del mundo. Pero parece que, por esta vez, nos hemos salvado.
En total, la NASA tiene localizados 981 asteroides gigantes cercanos a la Tierra, pero asegura que ninguno de ellos representa una amenaza, al menos en los próximos siglos. Además, existen otros 19.500 asteroides de tamaño medio, de los que sólo 5.200 son monitoreados.