El aparato LCROSS, que alunizó en octubre en la superficie del satélite de la Tierra, encontró muestras de la presencia de “importantes” cantidades de agua en la Luna, según informó el pasado viernes la página web de la agencia espacial estadounidense NASA. Tal conclusión fue producto del análisis de una gran cantidad de datos, realizado por científicos de la NASA.
El hallazgo se produjo al estudiar la información proveniente del impacto de dos vehículos de la NASA enviados para colisionar con la superficie lunar el mes pasado (una sonda y el propio cohete que la transportaba).
El vehículo que transportaba la sonda se estrelló contra el cráter Cabeus, cerca del Polo Sur de la Luna, a una velocidad de unos 2.500 metros por segundo, choque que envió una enorme nube de materia lunar a 9 kilómetros de altura desde lo más profundo del cráter. A este primer vehículo espacial le siguió, tres minutos después, otra sonda equipada con cámaras para estudiar el contenido de esta nube.
La caída de la sonda fue trasmitida por la agencia espacial estadounidense en directo, pero, tras no conseguirse el impacto visual que se pretendia, tampoco se logró el esperado efecto mediático y la misión de LCROSS fue declarada un fracaso, debido a supuestos fallos en los cálculos.
No fue hasta el pasado día 13, cuando Anthony Colaprete, responsable científico de la misión LCROSS, indicó en su rueda de prensa que "múltiples líneas de investigación demuestran que había agua presente tanto en el ángulo superior de la columna de polvo lunar como en la cortina posterior al impacto del LCROSS Centaur".
"La concentración y distribución de agua y de otras sustancias requiere de análisis posteriores, pero podemos asegurar que Cabeus tiene agua", añadió.