Treinta mil mujeres francesas tendrán que quitarse sus implantes de mamá tras comprobarse que podrían resultar peligrosos para su salud, e incluso causarles cáncer. Las prótesis de la marca francesa PIP (Poly implants prostheses) son las causantes de esta alarma sanitaria.
Una mujer con este tipo de implante mamario ya ha muerto, mientras que el resto de pacientes podrían correr peligro, lo que ha obligado al Ministerio de Sanidad a tomar medidas.
Las autoridades sanitarias francesas llevaron a cabo una investigación después de que cerca de 1500 de pacientes provistas de estos implantes presentaran distintos problemas de salud. El estudio reveló que la membrana protectora de las mamas artificiales es defectuosa, lo que puede causar filtraciones de silicona en el organismo. Además, la compañía usó un tipo de gel industrial más barato que causa inflamación en las pacientes.
"Ahora no sólo se trata de medidas de precaución, sino de la vida de las mujeres. Afrontamos un fraude y la violación de las normas de sanidad. No tenemos más remedio que extirpar las prótesis", asegura el jefe del servicio de cirugía reparadora del Hospital Henri Mondor de Creteil, Laurent Lantieri.
Ahora las autoridades barajan qué modalidades de operación practicar para quitar la prótesis. En primer lugar el gobierno pagará la extirpación de los implantes peligrosos y la colocación de otros nuevos al medio millar de mujeres que se operaron por razones de salud. El precio de un implante oscila entre 300 y 900 euros.
Antes del incidente la compañía PIP ocupaba el tercer lugar en el mundo por el volumen de ventas de implantes siliconas, y los exportaba a más de 60 países de todo el mundo. Parece probable que las mujeres operadas en extranjero tengan que resolver sus problemas por su propia iniciativa. La empresa PIP ha sido declarada en quiebra y cerrada.