Investigadores rusos probaron exitosamente en los insectos de laboratorio una nueva tecnología genética que en el futuro podría ayudar a los humanos a vivir una vida más larga.
Los estudios genéticos que sirvieron de base para la nueva tecnología fueron impulsados por el fondo ruso La ciencia por la prolongación de la vida, creado hace cuatro años para el desarrollo de las investigaciones destinadas a la elaboración de métodos para prolongar la vida.
Los fundadores de la organización están seguros de que la vida humana puede durar entre 140 y 150 años. Los estudios se desarrollan en varias direcciones, desde la creación de pastillas que podrían suministrar a las células envejecidas las sustancias necesarias para rejuvenecerlas, hasta la manipulación del genoma, que con la edad requiere ser reparado.
"El organismo vivo es capaz de reparar él mismo el ADN, pero con la edad las alteraciones se acumulan y provocan varias enfermedades asociadas con la vejez", explica Alexéi Moskalióv, especialista del Instituto de Biología del Departamento de los Urales de la Academia de Ciencias de Rusia.
Los investigadores suponen que se puede localizar a las proteínas que son responsables de la reparación del ADN y estimular su producción por el organismo. Moskaliov, junto con un grupo de científicos, experimentó con uno de esos 'ladrillos de la juventud', la proteína D-GADD45.
La mosca Drosophila, uno de los animales favoritos de los científicos para sus experimentos, tiene esa proteína, que se produce intensamente hasta el 28.º día de su vida, que normalmente dura dos meses. En el 56.º día de vida de la mosca la síntesis del D-GADD45 se reduce más de 10 veces y el insecto muere al poco tiempo.
Los investigadores crearon moscas genéticamente modificados, con ADN que dispone de una copia adicional del gen responsable de la síntesis de la proteína D-GADD45. El gen aumentaba 10 veces su producción en machos y 3 veces en hembras. Como resultado, cuando los insectos del grupo de control ya empezaban a morir, las moscas genéticamente modificadas eran todavía bastante activas.
Incluso al alcanzar una edad muy avanzada (algunas moscas vivieron hasta 90 días, es decir, superaron su longevidad normal en un 59%), los insectos no dejaban de reproducirse. Los autores del estudio dedujeron que una gran cantidad de la proteína D-GADD45 frena el envejecimiento de los organismos adultos. En los machos el gen es más activo, lo que les da alguna preeminencia en la esperanza de vida.
En un futuro próximo los científicos del Instituto de Biología planean repetir el experimento con ratones.