A la ciencia le amarga el dulce: sugieren cargar con impuestos los productos con glucosa
Biólogos estadounidenses proponen luchar contra el consumo excesivo de azúcar con los mismos métodos que se aplican contra el tabaquismo y el alcoholismo, ya que -aseguran- la ingestión desmesurada de dulces provoca enfermedades asociadas al abuso del alcohol.
Los investigadores de la Universidad de San Francisco, han expuesto su estrategia sobre "la gestión de azúcar" en un artículo publicado en la revista Nature.
Los autores del estudio afirman que el consumo abusivo de dulces resulta tan contraproducente como el abuso de alcohol. Para probar esta afirmación compararon los efectos del azúcar y del alcohol partiendo de cuatro criterios ya aplicados anteriormente para demostrar lo dañino de las bebidas alcohólicas.
Según los biólogos, el azúcar y el alcohol no eran antes tan accesibles ni se consumían en tantas cantidades como hoy día, por lo que el organismo humano carece de mecanismos que lo protejan de su consumo excesivo. Además, existen varios estudios que demuestran las consecuencias negativas que el abuso de azúcar tiene en el organismo humano, tales como diabetes, hipertensión, hígado graso o poca sensibilidad al efecto de la insulina.
Para ayudar a los golosos a vencer su gula, los biólogos proponen establecer el mismo sistema de impuestos y limitaciones sobre los productos que contienen azúcares que los que se aplican en relación al alcohol y el tabaco.
Según los científicos, en primer lugar habría que excluir el azúcar y la glucosa del listado de aditivos alimenticios sanos, con lo cual se restringirá su uso en productos alimenticios.
Un lugar especial en este sistema debería ocuparlo un impuesto especial que cargue a los demás productos que contienen azúcares: bebidas dulces con gas, leche con sabor a chocolate, 'pop corn', etc. Los científicos opinan que subiendo dos veces los precios de estos productos se podrá limitar sustancialmente su consumo.
Otras medidas que proponen pasan por la limitación o prohibición de la venta de refrescos a los menores de 17 años, así como la reducción de la venta de comida basura en barrios poblados por personas con bajos ingresos. Además, los gobiernos de países desarrollados podrán subsidiar o incentivar la venta o el consumo de productos de bajo contenido de azúcar.