Privado de sexo, el drosophila macho bebe como una esponja
El macho de la mosca drosophila, que intentó aparearse con la hembra pero fracasó por la falta de ganas de ella, se da a la bebida tras su fracaso sexual, según revelan biólogos estadounidenses en una investigación publicada en la revista Science.
Eros en el mundo de las moscas
Un grupo de biólogos de la Universidad de San Francisco, dirigidos por Galit Shohat-Ophir, realizó una curiosa investigación de los procesos que se dan en los centros nerviosos de las moscas Drosophila macho después de que la hembra rechace su cortejo.
Shohat-Ophir y sus colegas criaron dos poblaciones de machos de esta mosca. La primera población fue puesta con hembras fecundadas y otra con hembras vírgenes. La hembra de Drosophila se apareja solo una vez en su vida y siempre rechaza los 'cortejos' de los machos después de la fecundación. En otras palabras, todas las moscas macho de la primara población no tendrían nada que hacer pese a todos sus esfuerzos por aparearse, y los del segundo grupo tendrían una posibilidad garantizada de hacerlo.
Al cabo de cuatro días de iniciarse el experimento los científicos pusieron en las jaulas dos tipos de comida: agua con azúcar y la misma mezcla pero con un 15% de alcohol. Durante cuatro días seguidos se observaron las preferencias alimenticias de las moscas.
Felicidad embriagada
Resultó que los machos de la mosca Drosophila rechazados se 'entregaban al alcohol' mucho más que sus homólogos 'con éxito'. Los moscas macho que cumplieron su 'deber reproductivo' tomaban ambos líquidos en igual proporción, un 50% de cada uno, mientras que los que no alcanzaron su objetivo consumían un 85% de bebida alcohólica y un 15% del otro preparado.
Según averiguaron los científicos, los insectos que han realizado el acto sexual están felices por la alta concentración de la proteína neuromoduladora (llamada PDF, por 'pigment dispersing factor'), y los moscas macho sin sexo sufren una gran falta de esta proteína. Por eso acuden a un método alternativo para recibir placer: el consumo de alcohol, que les estimula el centro del placer en el cerebro.
Según precisan los autores de la investigación, el análogo humano de la proteína de la felicidad de las moscas es el neuromodulador Y, que puede influir del mismo modo en el cerebro del hombre.