Si en Marte hubiera vida, habría que buscarla en los cráteres formados tras la caída de asteroides, opinan los científicos escoceses de la Universidad de Edimburgo. Los investigadores aducen el ejemplo del reciente hallazgo de una colonia de microorganismos en un cráter en EE. UU., que apareció hace unos 35 millones de años tras la caída de un meteorito, y señalan que lo mismo podría pasar en otros planetas.
Los especialistas analizaron las muestras de las rocas extraídas de una profundidad de casi dos kilómetros en uno de los mayores cráteres terrestres de ese tipo en Chesapeake. El análisis reveló que los microbios están distribuidos de una manera irregular por las rocas, lo que sugiere que incluso millones de años después de la caída del meteorito la vida sigue desarrollándose en el lugar del impacto.
Los científicos de la Universidad de Edimburgo señalan que la energía térmica del choque del asteroide con la Tierra tenía que haber aniquilado todo lo vivo en la superficie, no obstante en las grietas de las rocas podría haber penetrado agua con elementos nutritivos, lo que contribuyó al desarrollo de los microorganismos.
Los investigadores consideran que los cráteres de este tipo pueden servir como una especie de refugio para los microbios y defenderlos de los cambios de temporadas, así como de los períodos de hielo o de los efectos del calentamiento global.
"Las regiones con roturas profundas alrededor de los cráteres de impacto pueden convertirse en unos oasis donde los microbios pueden sobrevivir durante largos períodos de tiempo", apunta el profesor de astrobiología de la Universidad de Edimburgo Charles Cockell. "Lo que deja suponer que las rocas debajo de tales cráteres en Marte podrían ser un lugar oportuno para buscar la vida" en el planeta rojo, sostiene el científico.