Científicos italianos descubrieron que los alimentos ricos y deliciosos como pasteles o el chocolate actúan como una verdadera droga, activando las mismas señales en el cerebro.
En el marco del experimento suministraron a los voluntarios galletas, tortas y tiramisú. Los expertos tenían la intención de revelar por qué la comida que sabe muy bien hace que la gente siempre regrese por más.
El estudio ha demostrado que cuando el deseo de comer es causado por la presencia de productos adorables sobre la mesa, y no por el hambre, se produce una activación periférica de dos señales endógenas químicas en el sistema de recompensa cerebral, es decir, el proceso parecido al de los consumidores de drogas.
Durante el experimento los científicos examinaron, sobre todo, la concentración de la ghrelina, ‘hormona del hambre’ que regula el peso corporal y el compuesto químico 2-AG en el cerebro. Así, los expertos detectaron que el nivel de esta sustancia química se incrementa bruscamente en el organismo de las personas que en un plazo de tiempo determinado comen más que nada platos deliciosos, igual que los consumidores de marihuana.
“Sabemos que la gente come en exceso más que nada los dulces, pero no coliflores o habas. La gente encuentra espacio para el postre al final de una espesa comida, mientras que dicen estar más llenos para otro emparedado”, afirma el doctor David Katz, de la Universidad de Yale (EE. UU.).
“Resulta muy difícil no caer en la tentación cuando sobre la mesa se encuentran alimentos que gustan mucho. Pero si ya ha comido y no tiene más hambre, es muy importante que no vaya por más. Podría causar un daño tremendo a su salud”, advirtió el médico.