El autor, Nobuhiro Takahashi, de la Universidad de Electro-comunicaciones de Osaka, advierte sobre varios usos posibles del dispositivo, entre ellos la formación de masajistas. Al mismo tiempo el propio ingeniero se muestra más entusiasmado con el lado artístico y sensitivo de su invento, asegura la revista digital PopSci.
El mecanismo consta de tres partes: un esqueleto de poliuretano con acero, piel de silicona e imitación de los músculos glúteos, fabricados a partir de unas pequeñas bolsas de aire con propulsión eléctrica. Otro secreto del equipamiento robótico es una combinación de micrófonos y microchips que detectan el grado de presión sobre los tejidos artificiales.
También hay un componente del ingenio responsable por la interactividad. Takahashi lo programó para que los glúteos se contraigan de una manera natural en respuesta a un golpe, se relajen ante una caricia e incluso tiemblen de miedo por un roce nervioso. Dice que cada micro-movimiento de las nalgas “expresa varias emociones”.