La mujer, de 58 años de edad, se quedó paralizada y perdió también el habla después de sufrir un ictus hace ya 15 años. Ahora, consiguió beber por sí misma por primera vez en este tiempo gracias a una interfaz cerebro-ordenador que permite controlar con la mente los movimientos de un brazo robótico.
La interfaz se llama BrainGate y fue diseñada para poner a la robótica y otras tecnologías de asistencia bajo el control del cerebro. Gracias a este sistema, algunos pacientes tetrapléjicos consiguen alcanzar y agarrar objetos con un brazo robótico. Funciona gracias a un chip implantado en la corteza motora del paciente que registra las señales emitidas por las neuronas para que se muevan, en este caso, el brazo y la mano. El chip está conectado a un ordenador que interpreta la información y la traduce en comandos que envía al brazo robótico para que éste se mueva, obedeciendo a los pensamientos del sujeto.
Tras muchos años de trabajo, los responsables del proyecto liderado por Hochberg, catedrático de ingeniería de la Universidad de Brown (EE. UU.), siguen logrando avances significativos. El científico afirma que el objetivo de su equipo es desarrollar una tecnología que permita restituir la independencia y la movilidad a las personas con parálisis o amputaciones.