La idea de emplear el VIH en la lucha contra el cáncer se le vino a la cabeza a Kotler después de descubrir con su colega que la proteína Vif, que se encuentra en el virus de la inmunodeficiencia humana, impide la recuperación de las células cancerígenas dañadas por la radioterapia.
En la mayoría de los casos, las altas dosis de irradiación propician la destrucción del ADN de las células cáncerosas: pierden la capacidad de dividirse y mueren. Sin embargo, en algunos casos, las células consiguen reparar el ADN y se vuelven resistentes a la radiación. A estos casos "sin esperanza" puede ayudar la proteína Vif, que desempeña un papel importante en la replicación del virus del VIH.
Los científicos israelíes inyectan la proteína Vif en el torrente sanguíneo del paciente para que evite la restauración del ADN de las células cancerosas después de la irradiación. Luego el paciente es invitado a someterse a una serie de sesiones de radioterapia.
Dado que en el tratamiento sólo se usa una de las proteínas contenidas en el virus VIH, el riesgo de contagiar a un paciente de sida está excluido, explican los investigadores. Además, los científicos israelíes esperan que el nuevo método permita prevenir muchos efectos secundarios y complicaciones.