"En campañas anteriores ya habíamos encontrado pequeñas tumbas con dos o tres individuos, pero este año dimos con un enorme compartimento de 20 metros de largo que estaba intacto desde hace un milenio y que inexplicablemente escapó del expolio", explica Peter Eeckhout de la Universidad Libre de Bruselas, que dirige las excavaciones en la zona.
Los restos hallados pertenecen a personas de ambos sexos y a su lado había ofrendas, tales como vasijas de cerámica, animales (perros y gallinas de guinea), objetos de oro y de cobre, máscaras de madera o calabazas, objetos todos ellos que ahora están en fase de restauración.
Lo más sorprendente del hallazgo es la cantidad de bebés y de niños de muy corta edad que han aparecido. Antropólogos de la Universidad de Londres encabezados por Lawrence Owen creen que existe una relación de parentesco entre muchos de los enterrados, debido al parecido morfológico de los esqueletos.
Aún se desconoce el motivo y las circunstancias que rodearon a las muertes: si se debieron a causas naturales, si fueron fruto de sacrificios humanos, si los cuerpos fueron enterrados al mismo tiempo o si se trataba de un cementerio comunal, entre otras incógnitas.
En un primer análisis detectaron que algunos esqueletos presentaban lesiones mortales, golpes o secuelas de enfermedades graves. "Sólo hay un caso con un golpe en el cráneo que nos indica una muerte violenta", explica el arqueólogo belga.
Pachacamac fue un lugar de culto inca y estaba considerado como el mayor santuario prehispánico de la costa central.