El equipo de Lundström, el autor de la investigación, realizó un experimento con tres grupos de personas: un grupo de jóvenes (20-30 años), de mediana edad (45-55 años) y de edad avanzada (75-95 años). Cada voluntario del grupo durmió durante cinco noches con una camiseta que contenía almohadillas bajo el brazo. Después los especialistas las colocaron en frascos de vidrio y los ofrecieron a evaluar a 41 participantes jóvenes (de entre 20 y 30 años). Los voluntarios tenían que calificar la intensidad de cada olor y también identificar la edad de su propietario.
Los evaluadores pronto reconocieron el olor de los ancianos, pero lo clasificaron como menos intenso y desagradable en comparación con lo de los otros dos grupos.
Los científicos explican que el cuerpo humano, al igual que el de los animales, contiene una gran variedad de componentes químicos que transmiten la información social y que cambian durante la vida. Estos componentes salen a través del cutis y ayudan a identificar la edad biológica, distinguir a los familiares, elegir a una pareja y evitar a las personas enfermas.
La próxima investigación estará centrada en determinar qué marcadores biológicos delatan la edad y como el cerebro es capaz de procesar esta información.