Resultó que el riesgo de padecer una apoplejía aumentó cuatro veces en el grupo de las personas que dormían menos de 6 horas cada noche, a pesar de que ellas no tenían otros factores de riesgo como la obesidad o el abuso de alcohol y llevaban una vida equilibrada.
“Muchos prefieren sacrificar su sueño para dar más tiempo a otras cosas, como el trabajo o los estudios, especialmente cuando ellos están ahogados con el trabajo”, indica Ruiter.
El sueño insuficiente rompe el funcionamiento normal del organismo humano, incrementando la tensión arterial y cambiando el metabolismo, lo que afecta la circulación de la sangre en todo el cuerpo, especialmente en el cerebro.
Actualmente el ataque cerebrovascular es una de las principales causas de muerte en el mundo.