El adelgazamiento de la corteza cerebral en esta región había sido relacionado con el envejecimiento y la reducción de la inteligencia.
Simone Kühn, coautora del estudio, detalló que en la corteza orbitofrontal se localiza “el control de los impulsos y los estímulos a la recompensa y la toma de decisiones”.
Asimismo, indicó que el adelgazamiento de esta zona puede aumentar el riesgo de adicciones. Fumar tendría así un efecto acumulativo sobre el cerebro, que hace muy dificíl claudicar a los fumadores crónicos.
Otra investigación realizada por la Universidad británica de Northumbria señala que los “fumadores sociales” sufren daños en su memoria idénticos a quienes son consumidores habituales de tabaco.
Tanto quienes fumaban siete días a la semana como quienes lo hacían solo dos de cada siete días tuvieron los peores resultados en las pruebas de memoria prospectiva, que es la que nos permite recordar acciones programadas.
Tom Heffernan, coautor de la investigación, asegura que el deterioro de la memoria vinculado al tabaco podría deberse a un acelerado declive cerebral y al encogimiento del cerebro.