Médicos franceses han encontrado las células madre músculo-esqueléticas en un cadáver humano y que tras 17 días seguían vivas, aunque frenaron la intensidad de su funcionamiento. El cuerpo se conservaba en un ambiente con una temperatura de cuatro grados centígrados. Sin embargo, las células podrían ser trasplantadas, dando origen a otras nuevas y tejido en perfecto estado.
“Extirpamos unos gramos de músculo de una mujer que murió a los 97 años 17 días después de su muerte y recibimos millones de células madre y conseguimos transformarlas en fibras musculares”, comenta profesor Fabrice Chrétien, uno de los autores del estudio.
De acuerdo con la investigación, las células pasan a un estado de latencia, en el que reducen al estricto mínimo la actividad y el consumo de energía. De tal modo logran sobrevivir en las condiciones patológicas, sin oxígeno y en medio de un baño de ácido. Según Chrétien, “durmiendo y esperando que la tormenta pase”.
Chrétien ha llevado a cabo un experimento y ha comprobado si lo mismo ocurre con otros tipos de células. Para esto él tomó la muestra de las células madre de médula ósea de un ratón. Los resultados fueron idénticos. Sin embargo, su viabilidad se mantiene solo cuatro días después de la muerte, pero ese tiempo también pueden ser trasplantadas y de volver a proliferar en la médula.
Este descubrimiento ofrece una fuente casi ilimitada de este material biológico que puede ser utilizado para el tratamiento de diversas patologías, producir tejidos o reemplazar órganos.
Los tratamientos con células madre son cada día más y más populares. Otro estudio del Centro Riken de Biología del Desarrollo (Japón) ha revelado que las células madre embrionarias pueden ser utilizadas para regenerar la retina y devolver la visión a los invidentes.
Además, recientemente los científicos suecos cultivaron una vena de las células madre de una niña de 10 años y luego se la implantaron exitosamente.