Durante largo tiempo los vulcanólogos consideraban que la mayor erupción de un volcán, cuya nube de cenizas consiguió enfriar el clima de la Tierra, se produjo aproximadamente en 1258. Pero no sabían con exactitud ni la fecha, ni el lugar.
Los científicos determinaron el año de la erupción tras explorar las capas de hielo en Groenlandia y en la Antártida, que contienen enormes cantidades de azufre de esa época. La cantidad encontrada en la superficie polar les permitió afirmar que esta erupción arrojó partículas de azufre a las capas superiores de la atmósfera que se extendieron por todo el mundo e impidieron el paso de la luz solar.
La semana pasada el geocientífico francés Franck Lavigne presentó en la conferencia de la Unión Geofísica Americana su último informe y defendió que dicha erupción se produjo un año antes de lo que se pensaba, "en la primavera o verano de 1257". El científico mostró los datos y las fotos de restos de un volcán, pero se negó a identificarlo hasta que su trabajo sea publicado en una revista revisada por pares, el método que suelen emplear los científicos para hacer públicas sus conclusiones.
Los miembros de la Unión llegaron a la conclusión que los restos del volcán mostrados en las fotos podrían pertenecer a un volcán situado en Indonesia, región que cuenta actualmente con más de 130 volcanes activos.
En la reunión Lavigne presentó los resultados del análisis geoquímico de las rocas del misterioso volcán, que coinciden con la cenizas encontradas en la superficie polar.
Como muestran las simulaciones hechas por ordenador, el volcán proyectó la nube de cenizas a una altura de más de 40 kilómetros de altura, y se extendió en decenas de kilomentos a la redonda La erupción habría sido de magnitud 7 en la escala que mide la intensidad de una erupción (el máximo es de 8).