El Solar Impulse viajó de Ginebra a Madrid y de Madrid a Rabat sin ningún tipo de carburante. El aeroplano, que pesa aproximadamente 1.600 kilos y con unas inmensas alas recubiertas de 12.000 células fotovoltaicas, aterrizó finalmente en Uarzazate, en el sur de Marruecos, tras un vuelo ininterrumpido.
Uarzazate fue elegido como destino final porque próximamente se iniciará ahí una construcción de una gran planta termosolar de 500 megavatios.
En un intento por alcanzar su objetivo el pasado 13 de junio el avión se vio obligado a regresar debido a los fuertes vientos encontrados al sur de Casablanca. El trayecto era el mismo, pero esta vez el equipo de investigadores pudo celebrar este gran logro que supone también un avance tecnológico en el área de la energía solar.
A la altura de Marrakech, y antes de atravesar la cordillera del Atlas, el avión se puso a girar durante más de dos horas en lo que pareció un intento desesperado por superar las cumbres, pero finalmente corrigió levemente el rumbo y consiguió atravesar la cadena montañosa, consiguiendo así finalmente su objetivo.