Aunque se desconocía la edad exacta de esta tortuga que se convirtió en símbolo de las Galápagos, se cree que tenía entre 100 y 120 años. Fue hallado en la isla Pinta en 1972 cuando se creía que esta especie estaba totalmente extinta. Ese mismo año se lo incluyó en el programa de crianza en cautiverio de la DPNG, en la isla Santa Cruz.
En los últimos cinco años se redoblaron los esfuerzos para lograr su reproducción, para lo que colocaron en su territorio a hembras de la especie del volcán Wolf de la isla Isabela, con la que consiguió aparearse después de 15 años de convivencia, aunque lamentablemente los huevos no resultaron fértiles. Los intentos posteriores tampoco dieron resultado y George murió sin dejar descendencia.