En marzo pasado Wren se preparaba para ir a dormir, pero decidió mostrar a sus padres un dibujo que había hecho. Corrió hacia ellos, tropezó y al caer se clavó la punta del lápiz que llevaba en la mano. El lápiz hizo un agujero en la cuenca de su ojo derecho, pasando muy cerca del ojo y penetró en el lóbulo frontal del cerebro, a una profundidad de 3,8 centímetros y se quedó a un milímetro del mayor vaso sanguíneo.
Los médicos tardaron más de cuatro horas en finalizar la operación. Según ellos, la pequeña tuvo una suerte increíble: la gente que sufre este tipo de heridas o muere o sufre daños irreparables en el cerebro. En el caso de Wren no hubo hemorragia grave en el cerebro y el lápiz quedó ‘atascado’ por los pedacitos rotos del hueso, por lo que los cirujanos, al abrir el cráneo, lograron sacarlo junto con partes rotas del hueso.
facebook.com/NorthBristolNHSTrust