El investigador José María Delgado, que lidera el grupo de científicos, ha presentado los resultados de este estudio que ofrece nuevas pistas para el desarrollo de intervenciones terapéuticas y herramientas clínicas conducentes a borrar recuerdos no deseados "de forma selectiva". Aunque las aplicaciones clínicas se encuentran en un horizonte muy lejano, sí que es factible lograrlo, asegura Delgado.
Los recuerdos son más susceptibles de ser olvidados cuando se los trae a la memoria, como han demostrado algunos estudios. Tal vez por eso, un acontecimiento traumático que se ha quedado en el inconsciente, permanece más tiempo que cuando se habla de él. "La clave está en desenganchar el recuerdo del contenido emocional, como hace el psicoanálisis", apunta Delgado.
Los estudios han demostrado también que al estimular con descargas eléctricas dos zonas del cerebro anatómicamente diferenciadas, se puede alterar la memoria a corto plazo, conocida también como memoria de trabajo, y el conjunto de memorias a largo plazo, como el aprendizaje por asociación de estímulos.
Los investigadores registraron la actividad eléctrica de ratones mientras aprendían una tarea de memoria de trabajo, que consistía primero en aprender y luego en recordar cuándo tenían que accionar una palanca para obtener comida. Después de identificar las neuronas de la corteza frontal que se activaban durante este aprendizaje mediante registros de la actividad eléctrica generada por estas células, interrumpieron repetidamente su actividad estimulándolas con impulsos eléctricos muy breves.
De este modo, los investigadores observaron que los ratones no aprendían la tarea que les permitía obtener comida.
Esta investigación también abre nuevas posibilidades para el tratamiento de trastornos mentales producidos por memorias episódicas traumáticas. Los resultados de los experimentos con ratones de laboratorio han sido presentados en el Congreso de Neurociencia que se celebra este año en Barcelona.