Los investigadores, encabezados por Michelle Mielke, epidemiólogo de la Clínica Mayo de Rochester, en Minnesota, examinaron a 99 mujeres de 70 a 79 años de edad a las que no se les había diagnosticado la demencia senil.
A todas las participantes les hicieron pruebas de sangre para determinar el contenido de ceramidas, que son una variedad de lípidos asociada al proceso inflamatorio y a la muerte de las células.
Tras obtener los resultados de los análisis, a las participantes de la investigación se las dividió en tres grupos: con alto, medio y bajo nivel de ceramidas.
A partir de ese momento los especialistas siguieron el estado de salud de estas mujeres durante nueve años y percataron que de las 99 personas 27 desarrollaron la demencia, y a 18 les diagnosticaron una supuesta enfermedad de Alzheimer.
Un análisis más detallado demostró que las mujeres del primer grupo (con alto nivel de ceramidas en sangre) eran 10 veces más proclives a contraer la enfermedad que las mujeres del tercer grupo (con bajo nivel de ceramidas). En cuanto a las mujeres con un nivel medio de ceramidas, se les diagnosticó la enfermedad de Alzheimer con una frecuencia ocho veces mayor que a las mujeres del tercer grupo.
Los científicos señalan que es probable que la influencia directa en las ceramidas ayude a curar o prevenir el mal de Alzheimer.