El terremoto de Japón de marzo del 2011 que provocó un tsunami y el accidente en la planta nuclear de Fukishima fue uno de los primeros sismos que los científicos rusos pudieron 'adelantar' según diversos cambios atmosféricos. Sin embargo, solo se trataba de observaciones experimentales con el sistema GLONASS por lo que los datos recibidos siete horas antes de la tragedia no pudieron haberse usado como pronóstico sismológico oficial.
Según los expertos, el sistema satelital ruso no tiene aparatos especiales para prever los terremotos, pero con él se ha descubierto una relación entre los movimientos de la corteza terrestre y los cambios en la ionósfera o en la radiación infrarroja.
Entre los terremotos más recientes pronosticados de esta manera está el de magnitud 6,1 que se registró el pasado 20 de junio en las aguas cercanas a las islas Kuriles, en el extremo oriental de Rusia.
Las observaciones se enfocan en la región de la península de Kamchatka, en el Oriente Lejano ruso, y en el archipiélago de las Kuriles que incluye Japón. Los resultados alentadores hacer creer que en un futuro cercano los datos satelitales se usarán junto con los métodos tradicionales de previsión de terremotos.