Según el Centro de Control de Vuelos, el logro se debe a un nuevo ‘esquema relámpago’ del vuelo. Sus especialistas detallan que ahora, después de que el primer intento se saldó con éxito, debe realizarse una serie de pruebas con el fin de comprobar la seguridad de la tecnología, analizar todos sus detalles y averiguar si conviene para transportar misiones tripuladas a la Estación.
Según señalan, modernizar el esquema de los viajes a la EEI es una necesidad vital. Durante los vuelos convencionales hacia la EEI los cosmonautas se cansan mucho: debido a las características de las naves Soyuz en que viajan se ven obligados a permanecer en un espacio muy reducido, sin comida caliente y temperaturas relativamente bajas. Además, durante los días de ida y vuelta no pueden dedicarse a experimentos científicos, así que sería mucho más rentable económicamente reducir la duración del viaje.
Los especialistas explican que el nuevo esquema de vuelo ha sido posible gracias al cierre del programa estadounidense de transbordadores espaciales. Acoplarse a la EEI es acertar con mucha exactitud un blanco que se mueve a mucha velocidad. Por eso en el momento del acople la Estación debe estar en una órbita a cierta altura y en un determinado ángulo de inclinación hacia el punto de despegue. Anteriormente, la EEI solo estaba en órbitas medianas debido a los requisitos de la NASA, que lo necesitaba así para garantizar un acoplamiento eficaz a sus 'shuttles'.
Ahora, cuando los transbordadores estadounidenses han sido ‘jubilados’, ha aparecido la posibilidad de subir la órbita de la EEI desde los 350 kilómetros hacia los 400, detallan los expertos. Este cambio de altura aumenta el ángulo de acoplamiento y, respectivamente, reduce el período de tiempo necesario para posicionarse en un punto correcto de atraque.